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Materia de la memoria/Diálogo

Yamil Darwich

El pasado día seis de mayo, en el Teatro Isauro Martínez de la ciudad de Torreón, se presentó el primer material en DVD correspondiente a la serie “Materia de la Memoria”, título del trabajo en dos discos compactos, de sesenta minutos cada uno, en que se presentan declaraciones de hombres y mujeres que narran nuestra historia; algunos por haberla vivido siendo muy pequeños, otros por oírla de viva voz de los protagonistas, sus familiares mayores.

El proyecto, según cuentan, inició con unos primeros esbozos en la mente de la señora Sonia Salum, la Sonia querida por todos los laguneros, que como en muchas otras empresas de rescate de arte y promoción de la cultura fue secundada por su compañero, el escritor Felipe Garrido, que en eso del saber de los hechos y muy importantemente el cómo contarlos tiene mucho camino recorrido. Más tarde se une al proyecto otra de nuestras promotoras de la cultura regional, doña Márgara Garza.

Bajo la coordinación de Claudio Sánchez Morrill, que también participó en la idea original aportando su creatividad, siguiendo el guión de Marcela Pámanes, musicalizado por Ronny, el joven músico lagunero, logran hilar declaraciones de hombres y mujeres que “tienen nombres de calle” y mucha historia qué contar.

Los autores son algunos de los laguneros de las nuevas generaciones que toman el reto lanzado por don Emilio Herrera Muñoz, otro de nuestros grandes, aquel que se refirió a nuestra región como “el esfuerzo de laguneros” que dice: “Necesitamos líderes que continúen la obra de los grandes que nos precedieron”. Al menos en cuestiones de arte e historia ellos ya han asomado la cabeza para recibir la estafeta.

Y muy buenos testimonios lograron rescatar; hombres y mujeres de tradición y abolengo narran sus experiencias, sus conocimientos, sus pensamientos y su muy particular manera de ver y narrar la historia de Torreón en particular y de la Laguna en general ¿y dígame cómo podemos separar a la Comarca si lo que le sucedió a unos fue festejado o les dolió a los demás?

Así desfilan esos seres humanos haciendo remembranzas de los viejos tiempos: de la declaración de Torreón como ciudad (1907) hasta la segunda mitad del siglo anterior, enumerando fechas, datos, acontecimientos, personajes, historias, anécdotas y más, dando un valor especial a la obra al contar con sus imágenes vivas afirmando y con sus voces diciendo.

Aparecen muchos de ellos, entre otros don Homero del Bosque Villarreal, que quienes hemos tenido la fortuna de escucharlo (escribir: “platicar con él”, sería pretencioso), dispara una de sus frases que le pintan: “Así como Egipto es un don del Nilo, Torreón es un don del Nazas”, en referencia a nuestra principal arteria de agua, surtidora de vida y repartidora de riqueza. Y con él otros muchos; el recordado don Ernesto González Domene, que hace memoranzas de la “Casa del Cerro” y el libro Tulitas de Torreón, un clásico del costumbrismo regional; o el orgulloso ferrocarrilero don Carlos Rubio, curador del Museo del Ferrocarril, que dice con el peso de las palabras proferidas por quien sabe de fondo todos los secretos de los trenes: “Torreón fue uno de los centros ferrocarrileros más importantes del país”; o como declara el doctor Carlos Monfort: “a Torreón se le apareció el porvenir con el ferrocarril”.

También vemos y oímos las historias escalofriantes de los ahorcados y “agujerados a balazos” durante las batallas revolucionarias acontecidas en la región, narradas por don Jacinto Faya Martínez (el padre del otro Jacinto, el gran constitucionalista), que deja la sensación emocionante de las aventuras vividas por un niño de escasos siete años de edad; sabemos de la propia voz de doña Olga de Juambelz y Horcasitas anécdotas de su padre, don Antonio de Juambelz (El Siglo de Torreón), las que son ratificadas por otros personajes, como la declaración de don Antonio Irazoqui, otro de los “sigleros históricos”.

Especial presencia la del ingeniero Esteban Jardón con sus simpáticas declaraciones sobre los usos y las costumbres, que junto a las de don Pedro Valdés Fernández dan presencia y el espacio que merecen las historias de los agricultores, esos atrevidos que crearon la leyenda mundial del algodón de La Laguna, México.

El doctor Alfonso Garibay y don Lauro Quintanar nos narran hechos relacionados con el séptimo arte y las primeras carpas y teatros de La Laguna y el señor Manuel Lee recuerda a los chinos fundadores, con sus usos y costumbres; el doctor Manuel Terán Lira y sus anécdotas villistas (¿cómo podía faltar?), don Nicolás Abusambra con sus recuerdos de los árabes y libaneses, primeros colonos que comerciaron en abonos, recorriendo La Laguna al paso de mulas y asnos.

Imágenes de La Laguna, incluidas algunas de otras poblaciones de la región, que nos enseñan edificios, calles, carruajes, máquinas de ferrocarril y sus furgones atestados de gente y mercancías; sobre todo de personajes con vestidos de la época y miradas fijas en la lente, retadores al tiempo, como lo fueron con el desierto hasta que lograron vencerlo (¡y pensar que hay fuereños que reniegan de nuestra declaración enfática!).

“Cada uno tiene su propia historia” como declara alguno de los narradores; “el ayer que fluye en palabras, el recuerdo del pasado” como declara otro.

Y perdón por no escribir algo de todos los que aparecen, como doña Beatriz Montemayor, o don Braulio Fernández (el grande), o Gildardo Contreras; o doña Margarita Guerrero, hija de otro personaje de nuestra historia, don Rosendo Guerrero creador del periódico “La Opinión”; o del maestro don Raúl Esparza, dicharachero y artista hasta por los codos, y de... tantos y tantos, como don Fernando Martínez y muchos más.

El trabajo es, como dicen los mismos productores: “la historia narrada por sus protagonistas” y aún más, la viva imagen de nuestros antecesores que lucharon por abrirse paso en el desierto, edificar ciudades en medio de él, dejando testimonio de lo que pueden hacer los seres humanos de valía, esos que fueron capaces de construir un modelo de desarrollo urbano ejemplo para el resto de México: La Comarca Lagunera.

Lo invito a que revise el material y que lo haga acompañado de sus seres queridos, especialmente con los más jóvenes, que muchos de ellos no llegan a imaginar que tienen émulos a seguir, de su propia tierra; hombres y mujeres que dieron su trabajo, esfuerzo y hasta sacrificio para construir y sentar las bases de los bienes que ahora disfrutamos todos y que fueron capaces de escribir ufanos las primeras cuartillas de los orígenes de nuestra región. Seres humanos verdaderos, sin toques Hollywoolescos ni retoques de fantasía; verdaderos y nuestros.

Y qué buena fecha para que aparezca este trabajo, como un buen aperitivo para lo que habremos de vivir en los festejos de los primeros cien años de Torreón, que largos serán de contarlos, porque de cierto le digo que tenemos muy bien fundamentado, hasta sobrado nuestro orgullo de ser Laguneros. ¿le desperté la curiosidad? Ojalá que sí.

ydarwich@ual.mx

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