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Mentiras sobre Irak

Patricio de la Fuente

Ahora sabemos, por revelaciones en Gran Bretaña y de funcionarios mayores en las Naciones Unidas, que organismos de inteligencia de los EU y Gran Bretaña espiaron agresivamente a diplomáticos de la ONU—desde Kofi Annan y Hans Blix hasta aliados de México y Chile—para prevenir cualquier demora en la invasión de Irak. A medida que surgen más detalles nefarios, se vuelve más claro porqué las agencias de noticias de los EU -que hasta ahora se han interesado en sondear estas revelaciones- deberían fijarse en ello nuevamente. La historia eleva nuevas preguntas sobre si el pueblo americano tendrá una oportunidad de examinar el registro completo de cómo su país fue llevado a la guerra.

Para aquellos que le hacen seguimiento a la diplomacia internacional, no es sorprendente oír que el espionaje sucede en las Naciones Unidas. Pero este hecho no debe oscurecer el panorama mayor. A la luz del desmoronado caso del Presidente urgiendo a la guerra en Irak, sin duda muchos americanos estarían interesados en saber acerca de los esfuerzos clandestinos para prevenir que los aliados implementaran una resolución de la ONU que hubiera otorgado más tiempo para la inspección de armas.

En marzo pasado, la ex miembro del gabinete Clare Short destapó cargos que su Gobierno secretamente grabó conversaciones privadas sobre delicadas negociaciones del secretario general, Kofi Annan, durante las semanas previas a la invasión. Hace tan sólo unos meses, el inspector de armas, Hans Blix, acusó a los proponentes de la guerra de espiarle también, indicando que un funcionario de la administración Bush le había mostrado fotografías que solamente pudieron haber sido tomadas por medios inescrupulosos.

Estas revelaciones son apenas los más recientes pedazos de malas nuevas para el presidente George W. Bush y el primer ministro Tony Blair, quienes enfrentan injurias por el trato dado a sus aliados como México y Chile, quienes estuvieron en desacuerdo con su postura militar en Irak. El pasado mes de marzo un soplón de la inteligencia británica divulgó un memorando al Observador de Londres (London Observer) mostrando que los Gobiernos de Bush y Blair estaban secretamente escuchando a seis miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

El memo desmiente pretensiones que la Casa Blanca veía la guerra como el último recurso. En una gran investigación periodística, el Observador explica que la divulgación sugiere que “a pesar que los EU estaba de acuerdo en conceder más tiempo para encontrar una resolución, secretamente utilizó la inteligencia obtenida del espionaje efectuado sobre esas negociaciones para destruir la última esperanza de una resolución de la ONU” que posiblemente hubiera prevenido la invasión.

“A cada paso,” sostiene el periódico, la operación de inteligencia “intentó socavar las deliberaciones independientes del Consejo de Seguridad cuando se encontraba al borde de la guerra”.

El testimonio más revelador proviene de nuestro antiguo embajador ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinser, quien dice que, con los conocimientos de las negociaciones independientes obtenidos por los espías, los EU intervinieron para prevenir una resolución de compromiso. “Cuando ellos (los EU) se enteraron, dijeron que deberían saber que no les gustaba la idea y no la promocionaban” dijo él. “Estábamos buscando un compromiso y ellos dijeron, ‘No lo intenten’”.

La Casa Blanca tiene mucho qué explicar y debe ser empujada por los periodistas a hacerlo. Por eso es que el público americano está siendo mal servido por informes que menosprecian la vigilancia como una práctica común.

El New York Times, mientras publicaba artículos sobre cómo estallaba el escándalo del espionaje en la Gran Bretaña, ha tenido la tendencia de disminuir los cargos de espionaje contra Blix, Annan y otros aliados. Los editores han hecho énfasis que: “Espiar las conversaciones aun de diplomáticos amistosos tiene una larga historia y aquellos que siguen los temas de inteligencia no se sorprenderán por las recientes alegaciones”. El Times sostiene que “La noticia aquí sería menos la vigilancia y más la disposición del antiguo funcionario del propio partido de Mr. Blair en revelar información tan sensible en público”.

Esta posición no ve un punto clave. Aun si la vigilancia en la ONU no causa impacto, los informes sobre actividades encubiertas por los EU y Gran Bretaña revelan información indigna sobre cómo estos Gobiernos emplearon la fuerza para empujar a sus aliados hacia la guerra. Igualmente, la idea que la Casa Blanca veía a Hans Blix, cuyas inspecciones procedían exitosamente en apoyo al militarismo de los EU, como el enemigo, es ciertamente digno de atención. El British Independent escribe, “La supuesta intervención del Dr. Blix... se está viendo en círculos diplomáticos como un esfuerzo concertado para sabotear intentos a una solución pacífica de la crisis en Irak”.

Inclusive El Times reconoce que: “Si las comunicaciones del Sr. Annan fueron interceptadas, leyes, junto a la losa diplomática, pueden haber sido rotas”, y que también se puede haber producido daño substancial” si Annan no estaba legalmente habilitado par trabajar efectivamente. La agencias de noticias de los EU deberían estar trabajando para determinar cómo la información sobre Annan y Blix obtenida ilícitamente fue en realidad utilizada y que “daños substantivos”, resultaron de su uso.

Además, es claro que gran parte del mundo ve con desprecio el espionaje previo a la guerra. En semanas pasadas, la historia se ha calentado en México y Chile, cuyos funcionarios gubernamentales han alojado protestas oficiales. Bajo intensa presión diplomática para cooperar con el esfuerzo bélico de los EU, muchos funcionarios extranjeros callaron cuando el memo fue inicialmente revelado. Pero ahora esa renuencia ha desaparecido. El actual Embajador de México ante la ONU, Enrique Berruga, caracteriza el espionaje como “un serio rompimiento con las reglas de juego en el mundo de la diplomacia multilateral”.

En Gran Bretaña, Blair trata de aquietar el escándalo retirando los cargos en contra del agente responsable por divulgar la noticia del espionaje. Desafortunadamente para él, nuevas alegaciones provenientes de Clare Short y Hans Blix surgieron a los días, haciendo probable que por lo menos el público de Gran Bretaña tenga la oportunidad de obtener un claro vistazo a las feas tácticas usadas para empujar la más reciente Guerra del Golfo.

La indolencia de los medios informativos hacia el espionaje en la ONU quizá no sea sorprendente, dado que los americanos rara vez dan mucha importancia a la opinión internacional. Pero el éxito del presidente Bush en ofender la comunidad mundial es cosa seria. Cualquier persecución eficaz contra redes terroristas requerirá cooperación internacional y el uso responsable de las agencias de inteligencia. Las acciones de los EU en contra de sus aliados que se opusieron a la guerra en Irak no ayudan hacia ese logro.

En meses pasados, a medida que han sido sometidos a mayor escrutinio, los grandes razonamientos usados para justificar la guerra en Irak han sido progresivamente desgastados. Antes de las elecciones de este otoño, las tácticas usadas para empujar la guerra en el escenario internacional merecen una completa examinación. Reporteros y funcionarios elegidos deben aprovechar las oportunidades para arrojar luz sobre las maniobras diplomáticas previas a la guerra y hacer preguntas fuertes acerca de los impactos duraderos de las políticas de la administración de Bush.

La animada discusión que ha surgido en el extranjero es un excelente lugar para comenzar.

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