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Mexicanos toman las calles/Actitudes

José Santiago Healy

Como pocas veces en la historia miles de mexicanos salieron a las calles el domingo pasado para exigir un alto a la violencia, la inseguridad y la corrupción policíaca.

Autoridades y la misma sociedad quedaron sorprendidas por el número de ciudadanos que participaron en las marchas, especialmente en la ciudad de México en donde se calcula que asistieron unas 500 mil personas.

Manifestaciones similares han logrado cambios drásticos en otras partes del mundo. En Madrid una marcha contra los crímenes de la ETA logró despertar a las autoridades y reducir drásticamente los atentados de terroristas.

En Venezuela las manifestaciones recientes han puesto contra la pared al presidente populista y virtual dictador Hugo Chávez.

Pero otras muchas protestas ciudadanas han quedado en meros desahogos, especialmente cuando las autoridades se cierran al reclamo popular o los ciudadanos no mantienen una actitud activa y vigilante.

Este es el gran riesgo para México toda vez que la ciudadanía es apática y floja para comprometerse en conflictos como la inseguridad y la delincuencia.

En Tijuana el domingo se vivió una jornada extraordinaria, el número de manifestantes no fue avasallador como en la capital azteca, pero quienes asistieron a la marcha lo hicieron por convicción, sin acarreos ni intereses políticos.

El crimen deleznable del periodista Francisco Ortiz Franco fue detonante para que la protesta registrara una amplia respuesta por parte de la ciudadanía.

Sin embargo, vale reconocer que ni en la ciudad de México como tampoco en Tijuana, amén de otras ciudades mexicanas, participaron las clases populares y marginadas, quienes han sufrido con mayor fuerza y dolor los estragos de la violencia en la República Mexicana.

¿Quién más puede saber de estos pillos nefastos que controlan y asuelan el crimen en los barrios pobres y que con la complacencia de las policías viven sin ser molestados?

¿Cuántos mexicanos pobres han sido asaltados, vejados y en ocasiones secuestrados sin poder siquiera denunciar el delito por el temor a las venganzas?

La respuesta a esta ausencia popular es indudablemente el temor enorme que existe ante la delincuencia y por ello esta marcha cívica tendrá que mantenerse vigente para que no quede en un mero desahogo aislado y circunstancial.

Hay quienes emulan a Cantinflas al decir que la solución está en toda la sociedad y que debemos emprender acciones a mediano y largo plazo para reducir la delincuencia.

Otros estamos convencidos de que hay que atacar los problemas de frente y cuanto antes mejor.

El periodista Jesús Blancornelas demandó ayer una investigación paralela para saber por qué la policía de Baja California no acudió con prontitud al lugar del crimen de Ortiz Franco.

En días pasados un agente de la AFI fue detenido con droga por el Ejército cuando se trasladaba de Sonora a Baja California.

En la ciudad de México, es de todos conocida la participación de policías federales en los secuestros y homicidios.

¿Qué esperan entonces las autoridades de todos los niveles para empezar una depuración seria, profunda y a conciencia de las corporaciones policíacas?

Mientras los gobernantes no se decidan a barrer su propia casa como una primera e indispensable acción no se avanzará en el combate al gravísimo problema de inseguridad.

Para ello se requiere mucha firmeza y tener los pantalones bien puestos, además de resignarse a quedarse solos y a ser objeto de represalias.

¿Están los gobernantes dispuestos a entrarle al toro y afrontar las consecuencias? Al menos en Baja California no ha sido el caso ni tampoco en el centro del país. Ya veremos si cambian de opinión a raíz de las manifestaciones.

Comentarios a josahealy@hotmail.com

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