El PAN y el PRD tienen ya candidatos a la gubernatura del Estado de México. Yeidckol Polevnsky, ex presidenta de la Canacintra, logró el asentimiento de los órganos perredistas, tras la declinación que en su favor hicieron prácticamente todos los aspirantes a esa posición. Rubén Mendoza Ayala, a su turno, libró la semana pasada el último escollo que se le oponía, una reclamación de su antagonista José Luis Durán Reveles. Aunque en una primera decisión el comité nacional panista resolvió anular la elección en que triunfó Mendoza Ayala, una reconsideración resuelta con votación muy apretada —18 a favor, 17 en contra y una abstención— reconoció en definitiva la victoria del ex alcalde de Tlalnepantla y ex miembro del PRI.
Este partido, en cambio, padece una crisis que podría concluir en un resquebrajamiento, de grandes y graves dimensiones. Está en curso el proceso de elección de candidato a la gubernatura, donde hay tres protagonistas (aunque haya un número mayor de aspirantes registrados). Por un lado, Enrique Peña, un joven político favorecido por el gobernador Arturo Montiel, que volcó en él los apoyos que hasta hace poco comprobaban su antigua amistad con Isidro Pastor, otro de los personajes de esta puesta en escena.
El tercero es Carlos Hank Rohn, que la semana pasada salió del procedimiento interno no en renuncia a sus aspiraciones, sino para llegar a la candidatura por vía sesgada.
A diferencia del resto de los participantes en la liza, Hank Rohn no ha sido elegido antes, por lo que sólo puede ser postulado por el PRI en coalición, en cuyo caso queda sin efecto el procedimiento en que ahora se encuentra el tricolor mexiquense. Como se aprecia un énfasis creciente en el apoyo de Montiel a Peña, Hank Rohn (probablemente con el consejo de Roberto Madrazo) buscará primero ser candidato del Partido Verde (con el cual puede entenderse muy bien hablando el lenguaje de los negocios) y una vez postulado se ofrecerá al PRI como candidato en alianza. Lo mismo que estaba previsto, sólo que al revés.
La maniobra reveló a Pastor que sus posibilidades, si las tuvo, habían decrecido. Amigo desde la juventud de Montiel, con quien hizo carrera desde el Atlacomulco en que ambos nacieron, su vínculo se rompió a la hora en que el gobernador prefirió a Peña, nacido también en aquella mítica ciudad.
Pastor fue obligado a renunciar a la jefatura del PRI estatal (a donde había llegado todavía por decisión de su amigo Montiel, como antes había sido elegido diputado local y cabeza de los legisladores priistas en el Congreso de Toluca). Lo reemplazó un experimentado político tamaulipeco, alcalde de Reynosa hace tres décadas, Manuel Garza González, conocido como Meme.
En un frente lateral del proceso de selección interna, Montiel decidió despojar a Pastor del poder que había forjado durante sus años de jefe del partido local. Para ese efecto fue convocada una reunión del consejo político estatal, en que se eliminaría a los consejeros pastoristas. Algunos de los cuales habían sido electos para un término que concluye en abril próximo. Como a ellos y a otros consejeros depuestos sin aviso se les impidió la entrada, el viernes pasado, una turba ingresó por la fuerza, con Pastor al frente al recinto donde se disponía a sesionar el consejo.
Según el ex dirigente, la convocatoria era ilegal porque fue suscrita por Garza González, cuyo nombramiento está impugnado, y por un consejero que en rigor no lo era porque no había rendido protesta.
Es notable que el representante legal de Pastor, que junto a él ingresó al auditorio del edificio priista para hacer valer los derechos de los consejeros eliminados sea el diputado federal José Rangel Espinosa. Es notoria la confianza que deposita en él Emilio Chuayfett, el coordinador de la bancada priista en San Lázaro, a cuya vera toma asiento.
Parece difícil que Rangel asumiera su adhesión a Pastor y la asumiera con tanta vehemencia sin conocimiento y asentimiento del ex gobernador mexiquense.
Los pastoristas impidieron la sesión del consejo pero en realidad lograron sólo aplazarla 24 horas. Reunido de nuevo el órgano partidario, actuó sin la presencia de los consejeros adictos a Pastor, que no fueron convocados o a los que se estorbó su arribo. Dos de ellos fueron retenidos por la policía ministerial, acusados de robar sus propios autos. Se les liberó al probar la propiedad de los vehículos, demasiado tarde para que intentaran participar en la reunión del consejo.
Unos 325 consejeros, de un total de seiscientos acordaron pedir la expulsión de Pastor del partido en cuyo proceso interno está aún participando. Firmaron un mensaje, profusamente publicado anteayer, en que lo acusan de ser “responsable de las agresiones ocurridas” el diez de diciembre, “y de las acciones que buscan debilitar y dividir al partido”. Se le señala también que “a lo largo del proceso interno en que nos encontramos inmersos ha realizado una serie de actos y acciones (sic) con las que se atenta de manera grave la unidad ideológica, programática y organizativa del partido; se violentan los lineamientos de los órganos del partido; difunde ideas y realiza una serie de actos que por su naturaleza tienden a generar el divisionismo del partido...”.
Pastor ha buscado ponerse a la sombra de Madrazo. Cuando era amigo de Montiel, hizo suya la rivalidad del gobernador y el líder priista y casi llegó a declarar la independencia de la porción mexiquense del partido. Ahora que mudó sus amistades a ver cómo le va.