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MÉXICO, DF.- ?Vine al mundo en la capital de Ucrania, Kiev, a orillas del río Dniüper. Como usted sabe, Kiev fue escenario de duros combates durante la Segunda Guerra Mundial. Ahí el diez de enero de 1982, bajo el signo de capricornio. Mi perfume, según me han dicho mis amigas astrólogas, es el de la madreselva, mi planeta protector es Marte, mi planta es la belladona y mi flor la de caña. De todo esto vine a enterarme aquí en México.
- Continúa Ana.
- A los cinco años de edad me trasladé con mis padres a Moscú y comencé a estudiar violín.
- Fantástico, ¿no?
- No tanto. Estudiar implica una gran disciplina que no tiene nada de fantástico. Mi madre, Inna Rastsvetaeva, es maestra de piano y mi padre, Serguei Laevski, es violinista, actualmente de la Orquesta Sinfónica Nacional. Es, pues, tradición que los miembros de nuestra familia estudien música desde la infancia.
- ¿Cuándo llegas a México? - En 1991. Hace ya 13 años. Tenía yo nueve años de edad. Una niña.
- ¿Y?
- Dos años después debutaba en la telenovela Alguna vez Tendremos Alas. Fue un capricho del azar. Me contrataron como violinista.
- ¿Y luego?
- Me vieron tocando el violín y me propusieron hacer una escena.
Luego me convencieron de que podía ser actriz. Hasta entonces nunca había pasado por mi cabeza que yo pudiera ser actriz. Era algo que no me llamaba la atención, pero... ya ves...
- Destino. ¿Cree Ana Layevska en el destino?
- Después de todo lo que me ha sucedido empiezo a creer que el destino existe.
-¿Recuerdas tus primeras impresiones de la ciudad?
- Imposible olvidarlas. Jamás olvidaré aquellas primeras impresiones. Lo primero que me impresionó de manera extraordinaria fue el tamaño del Periférico y después la enorme cantidad y variedad de dulces y de frutas que había en las tiendas.
Los mexicanos son muy diferentes a los rusos. Me encantaron. Son la amabilidad misma.
También me encantó el clima que, aquí, comparado con el de Rusia, es edénico. Este clima es propio de la eterna primavera. Los mexicanos no saben lo que tienen en su clima. Este país es realmente maravilloso. Eso de "Cómo México no hay dos" es una gran verdad.
- Supongo que al llegar no sabías ni una palabra en español
- Así fue.
- ¿Recuerdas la primera palabra que pronunciaste en español?
- Sí, la recuerdo muy bien. La pronuncié exactamente el primer día que pisé tierra mexicana.
- Cuéntanos.
- Llegando, llegando fui a comprar pan y lo pedí en español. En ruso pan se dice "jleb". La palabra "jleb" tiene una bella resonancia en ruso, pero pan en español igualmente me sonó muy bonito y apetitoso. Al entrar en la panadería y ver tanta variedad de panes, dulces y salados, se me hizo agua la boca. Yo nunca había visto nada igual. Las panaderías mexicanas, aún las más humildes, no tienen igual en ninguna parte del mundo. Son fascinantes.
-¿Quién te enseñó a decir pan?
- Mi papá, que ya sabía español.
-¿Tardaste mucho en aprender nuestro idioma?
- Para una niña de nueve años nada es difícil. En un año hablaba ya fluidamente el español. Mi primer profesor fue Mario, un vecino de seis años de edad de la Colonia Condesa. Aunque era más chico que yo, él fue mi primer profesor de español, aunque de manera informal, pues era con él con quien primero me empecé a comunicar. Mario, naturalmente, acabó aprendiendo un poco de ruso. Fue un lindo intercambio.
Volviendo a la actuación. ¿Después de Alguna vez Tendremos Alas qué vino?
- Convencida de que podía ser actriz me puse a estudiar actuación. Fui al CEA. Hice una audición. Me aceptaron y...
¿En qué telenovela debutas propiamente como actriz?
- En Amor Gitano, de Pedro Damián. Ahí trabajé en 54 capítulos. Interpreté a una aldeana llamada María y me sentí en mi elemento.
- Continué estudiando en el CEA. Centro de Educación Artística de Televisa. Posteriormente participé en Preciosa, Amor Gitano y Primer Amor a Mil X Hora.
El Juego de la Vida, donde di vida a Paulina y, el pasado año, hice mi primer protagónico en CLAP. Aparte he hecho teatro. Las Mariposas son Libres, de Leonard Geshe, y cine, In the Times, junto a Salma Hayek, entre otras producciones.
- ¿Qué esperas?
- Espero tener mucha salud y que no me falte el trabajo.
- ¿El amor?
- Es algo que se da por añadidura.
- ¿Sigue tocando el violín?
- Sí, siempre que puedo me doy un tiempo para ello. Yo no puedo vivir sin la música.
- ¿Crees, como Platón, en la música de las esferas?
- Siento y sé que la Creación es, por sobre todo, una perfectísima obra musical, donde reinan la armonía y el ritmo.
