“Incluso un paranoico puede tener
enemigos.” Henry Kissinger
El miedo se ha enseñoreado de los Estados Unidos. Viajar a ese país se ha convertido en una pesadilla de interminables colas y revisiones de seguridad. El viajero debe aceptar ser fotografiado y tener sus huellas dactilares registradas electrónicamente.
Las autoridades estadounidenses tienen buenas razones para aplicar estos procedimientos. Los atentados del 11 de septiembre del 2001 señalaron la fragilidad de Estados Unidos a los ataques terroristas. Las posteriores guerras contra Afganistán e Iraq han plantado la motivación para nuevos atentados en millones de personas en todo el mundo. La nueva grabación de Osama bin Laden, difundida el domingo por la cadena de televisión árabe Al Jazeera, ha subrayado el peligro: “No hay diálogo más que con armas”, dijo el dirigente de Al-Qaeda.
Los mexicanos no tenemos por qué alegrarnos de los infortunios de nuestros vecinos, pero debemos estar atentos a aprovechar las oportunidades que deparan las circunstancias internacionales: y una de ellas, sin duda, es que viajar a los Estados Unidos se ha convertido en un problema más que en un placer.
Millones de mexicanos se trasladan cada año a Estados Unidos. Estamos ante la oportunidad de que cuando menos una parte importante de ellos, aquellos que pueden escoger sus destinos de manera discrecional, encuentren que es más placentero trasladarse a los centros turísticos de nuestro país que a los de la Unión Americana.
Hasta hace algunas semanas se pensaba que la temporada invernal de vacaciones debería ser bastante positiva para nuestro país. La inminencia de la guerra de Iraq deprimió el mercado de vacaciones internacionales en los primeros meses del 2003, pero para fines de año se notaba ya una recuperación. De mantenerse ésta en el 2004, los destinos de playa de México se contarían entre los beneficiarios.
Las circunstancias se han vuelto más complejas ahora. Los temores de nuevos ataques terroristas bien pueden tener un nuevo efecto depresor sobre los planes de viaje de los estadounidenses, que son por mucho nuestros principales turistas internacionales. Las simples molestias de tomar un avión en los Estados Unidos en estos tiempos de miedo bien pueden convencer a muchos de cancelar sus planes de viaje a otros países.
Más del 80 por ciento del mercado turístico en nuestro país, sin embargo, lo representan los viajeros nacionales y no los internacionales. Si conservamos una parte significativa de los turistas internacionales, pero además aumentamos el número de mexicanos que se quedan en México a vacacionar el resultado podría ser un impulso importante a nuestra industria turística.
En los diez primeros meses del 2003 -un mal año para el turismo internacional por la guerra de Iraq-15 millones de turistas llegaron a nuestro país del exterior, sin contar a quienes ingresaron y salieron el mismo día por puntos fronterizos. Estos viajeros gastaron en México 5,900 millones de dólares de enero a octubre. En esos mismos diez meses, 8.8 millones de mexicanos viajaron al extranjero y dejaron en sus travesías 2,300 millones de dólares fuera de nuestro país. Como vemos, el potencial que radica en la capacidad de convencer a un porcentaje importante de estos mexicanos de permanecer en México es muy significativa.
Durante mucho tiempo las posibilidades de atraer a estos viajeros mexicanos era muy reducida. Los servicios de hospitalidad de nuestro país eran deficientes y otros países ofrecían atractivos que México simplemente no tenía. Los servicios turísticos en México, sin embargo, se encuentran ya hoy entre los mejores del mundo. Y si bien todavía hay atractivos que México simplemente no tiene -Miami, Nueva York y París tendrán siempre algo que Cancún, la ciudad de México o Guadalajara no puede ofrecer-la misma apertura comercial y de inversión en nuestro país ha ampliado de manera radical la oferta turística.
En esta temporada invernal podemos ofrecer dentro y fuera la imagen de un México razonablemente seguro en estos tiempos inciertos y que ofrece servicios turísticos de buena calidad y a buen precio. Si este mensaje se difunde bien, seguramente conservaremos nuestro porcentaje del turismo internacional pero convenceremos a más mexicanos de viajar en nuestro país.
REYES MAGOS
Los inversionistas deben haberse portado muy bien ya que los Reyes Magos han sido generosos con ellos: ayer subió fuertemente el índice de la Bolsa Mexicana de Valores, pero además el peso se revaluó. En el mercado al mayoreo el dólar se vendía ayer en 11 pesos; algunos operadores, de hecho, lo ofrecían por debajo de ese precio importante por razones psicológicas. Apenas el 31 de diciembre el tipo de cambio spot estaba en 11.23.
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