El menor que casi no concilia el sueño puede sufrir alguna alteración cerebral.
Hay padres que no reparan en lo que sus pequeños hijos ven o escuchan, piensan que los niños están listos para cualquier susto, pero no es así y, por ello, son presa de las pesadillas o temores nocturnos. De acuerdo con especialistas, los orígenes pueden ser imágenes impactantes de la televisión, pero igualmente una agria discusión familiar, sucesos fortuitos ocurridos poco antes de dormir, pero también el exceso de juego o actividad.
Pero, es cierto que los padres y, en ocasiones, hermanos mayores, también padecen por los temores nocturnos.
Las sombras que no se identifican, el miedo simplemente a la oscuridad, lo mismo que animales extraños (no conocidos) o a brujas, vampiros y escenas violentas son frecuentes en las noches de los menores que padecen esos problemas.
Es mucho lo que se puede hacer por ahuyentar a esos fantasmas.
Luis Gadea de Nicolás, en su libro "Escuela para padres y maestros", asegura que "los niños deben dormir bien, para conseguirlo es necesario que los padres les ayuden a deshacerse de las impresiones fuertes -agradables o desagradables- que tuvieron durante el día".
Un pequeño ritual familiar, asegura, es de gran ayuda y consiste en hacer cosas como "apagar la televisión, bañar a los niños, cenar juntos y conversar sobre los sucesos del día", es importante dar a los infantes la oportunidad plena de participar, para que liberen tensiones. Es igualmente aconsejable, afirma, acompañar a los niños a sus cuartos mientras se ponen la pijama, e incluso leerles un cuento.
El siquiatra Deimus Arturo Aguilar comenta que el tratamiento para estos casos debe brindar orientación sicoterapéutica a los padres, dirigido a hacerles "ver fallas y errores sobre la educación de sus hijos, y en la medida que tomen conciencia de lo que es ser padres y al mejorar ellos en su actitud de crianza, el niño tiene una mejor percepción de sí mismo y consecuentemente, la depresión desaparece, se disminuyen los síntomas y el infante se desarrolla en un ambiente óptimo".
Los problemas del sueño, explica, se dividen en dos áreas: Una son las disomnias, trastornos cuantitativos, como el caso del niño que duerme demasiado (hipersomnia) o cuando duerme poco (hiposomnia).
El menor que casi no concilia el sueño puede sufrir alguna alteración cerebral. Las parasomnias son trastorno cualitativo: pesadillas que hacen que el niño despierte y recuerde el sueño como algo desagradable y angustiante.
El doctor Aguilar afirma que "el terror nocturno se da cuando el pequeño no se acuerda de las imágenes angustiantes que se dieron durante el sueño, es decir, que despierta y no sabe qué paso. Este caso es más grave que el primero, ya que los infantes manifiestan sus síntomas a través del sueño". Otra patología es el sonambulismo, caminatas durante el sueño, y al momento de despertar no recordar nada de lo que hizo.