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Milagro en Han/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Una nación permanece fuerte mientras se preocupa de sus problemas reales,

y comienza su decadencia cuando puede ocuparse de los detalles accesorios.”

Arnold Toynbee

sEÚL, Corea del sur.- ¿Por qué Corea del sur? Porque en este país se encuentran claves muy importantes de lo que México pudo haber sido.

Al terminar la guerra de Corea, en 1953, Corea del sur tenía un ingreso per cápita de menos de una tercera parte del mexicano. Hoy el sudcoreano promedio gana más del doble que el mexicano. Pero no sólo Corea del sur ha logrado darle a su población un mejor ingreso promedio, sino que ha conseguido también una mejor distribución de la riqueza.

Todavía en los años setenta los políticos mexicanos nos señalaban a Corea del sur como ejemplo de lo que no debíamos ser. Es un “país maquilador”, decían con desprecio. Hoy volvemos la vista hacia él para entender cómo, en apenas una generación, se construye una nación más próspera y soberana.

Quizá Corea del sur tuvo la ventaja de no contar con recursos naturales importantes, como petróleo y gas natural, que han sido, paradójicamente, la maldición de la economía mexicana. Esta carencia obligó a los coreanos a aceptar la globalización, a volcarse a la exportación, a entender la necesidad de ser competitivos. Nosotros, en cambio, nos aislamos durante mucho tiempo y despreciamos la competitividad. Incluso hoy tenemos una política absurda de usar un recurso no renovable, el petróleo, para financiar el gasto corriente del Gobierno.

Corea del sur ha construido un sistema fiscal moderno y eficiente que logra la participación equitativa de todos. El Gobierno concentra una parte importante de su gasto en educación y en infraestructura. Pero en educación su filosofía ha sido radicalmente distinta a la nuestra. Nosotros nos hemos concentrado en la cantidad, en ampliar la cobertura; los sudcoreanos han apostado por la calidad. Por eso los estudiantes de Corea del sur obtienen con regularidad los primeros lugares en las competencias académicas internacionales mientras que nosotros debemos conformarnos con los últimos puestos.

Corea del sur ha promovido el ahorro nacional, el cual representa una tercera parte del producto interno bruto. Esto ha hecho posible que cuente con abundantes fondos para financiar la inversión productiva. En México nuestras tasas de ahorro son de 20 por ciento, lo cual nos obliga a depender del ahorro externo para la inversión. Y cuando el ahorro externo se cae, nuestra economía se desploma.

Los gobiernos de Corea del sur recurren a la planificación económica, pero no tratan de ir en contra de las tendencias del mercado. Así, han apoyado la inversión privada en campos en los que las empresas locales tenían la posibilidad de convertirse en ganadoras. En México, en cambio, el dinero del gobierno se desperdicia en el subsidio de sectores perdedores.

Corea del sur ha sido un entusiasta promotor de la alta tecnología. Actualmente el 70 por ciento de los hogares sudcoreanos tienen acceso a Internet de alta velocidad a través de sistemas de conexión de banda ancha. En los Estados Unidos la penetración es del 16 por ciento y en Europa de apenas el ocho por ciento. En México no alcanzamos ni el uno por ciento. Este entusiasmo por la tecnología ha contribuido de manera decisiva a que Corea del sur se convierta en un exitoso jugador internacional en la fabricación de microfichas (chips) para computadoras y en un líder en productos electrónicos de consumo masivo, como televisores digitales, pantallas de plasma y teléfonos celulares que fabrican empresas como Samsung y LG.

¿Acaso todo lo han hecho bien los sudcoreanos? Por supuesto que no. La crisis financiera de 1997 reveló profundas debilidades en el sistema bancario y una excesiva monopolización del mercado en unas cuantas grandes corporaciones (chaebol). Pero mientras que Japón ha caído en un estancamiento permanente tras su crisis financiera de los años ochenta, debido a su incapacidad para reformar la banca y mejorar su competitividad, Corea del sur llevó a cabo rápidas reformas y en dos años reanudó un ritmo rápido de crecimiento.

Hay lecciones importantes para los mexicanos en lo que se ha dado en llamar el milagro sobre el río Han. Si el propósito de un sistema político y económico es darle a la gente un mejor nivel de vida, algo han hecho bien los sudcoreanos y en algo hemos fracasado los mexicanos.

COREA DEL NORTE

La diferencia es la cultura, me dicen. Los coreanos son más trabajadores que los mexicanos. Si esto fuera así, Corea del Norte, que comparte la cultura del sur, sería también un milagro económico. Pero el norcoreano promedio es 20 veces más pobre que el sudcoreano y ocho veces más pobre que el mexicano. No, no es la cultura: la diferencia es la estructura económica.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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