EL PAÍS
BAGDAD, IRAK.- Decenas de miles de partidarios del clérigo shii Muqtada al Sadr tomaron ayer el barrio de Al Kademiya. Era una protesta pacífica contra la ofensiva estadounidense en Ciudad Al Sadr, un arrabal de Bagdad donde se hacinan dos millones de personas. “Mohamend, protege a Muqtada; Mohamed, vence a los americanos”, gritaban. La gigantesca marcha se dirigió a pie hacia la gran mezquita del séptimo imán, Mussa al Kasen, cuya muerte se conmemora hoy sábado, para atender al rezo del fin de semana. Los oradores arremetieron contra la ocupación y pidieron la salida de las tropas de Estados Unidos.
Banderas negras del Mahdi -duodécimo imán del shiismo al que se aguarda como Mesías- y verdes del Islam; retratos de Muqtada y de su padre Mohamed Baqr al Sadr -asesinado por Saddam Hussein en 1999- coloreaban una marcha que arrancó sobre las once y media de la mañana. Las calles adyacentes a la gran mezquita estaban tomadas por la Guardia Nacional protegida por carros de combate estadounidenses. Un par de helicópteros observaban desde el aire. Los controles pretendían ser disuasorios Los manifestantes, de todas las edades, muchos procedentes de la paupérrima Ciudad Al Sadr, gritaban proclamas en favor de “los mártires de Nayaf”, en referencia a la última revuelta en agosto.
Abdul Husein, de 68 años, también vive en ese suburbio castigado en el régimen anterior. “He visto pasar la historia de Irak delante de mis ojos: desde Faisal II hasta esta ocupación y el único que se salva es (Abd al Rarim) Qasem. Él era un verdadero nacionalista; un hombre honesto que sólo tenía cinco dinares en el bolsillo el día en que fue asesinado por los baazistas”. Preguntado por qué los shiies recibieron entre vítores al Ejército de Estados Unidos hace 18 meses y ahora lo odian, responde: “Les dimos la bienvenida como libertadores, pero pronto descubrimos que venían como ocupantes para robarnos el petróleo”.
Abdul, de 16 años, es miembro del servicio de seguridad. Dice llamarse Alí y afirma que está deseando que le alisten al Ejército del Mahdi -milicia de Muqtada- para alcanzar al paraíso. Haider, de 25 años, es un combatiente. Luchó en Nayaf y ahora combate por las callejuelas de Ciudad Al Sadr. “Nunca seremos un partido político mientras haya ocupación”. Es la opinión oficial. “En la primera revuelta de Nayaf (en abril), perdieron a muchos hombres, pero en la de agosto algo cambió, han demostrado más capacidad militar. No tengo pruebas, pero todo me hace pensar que ahora cuentan con instructores del antiguo Ejército”, asegura un sunita iraquí.
Tampoco existen pruebas, pero Estados Unidos cree que se da una sospechosa coordinación en la lucha armada entre los partidarios de Muqtada al Sadr y grupos de muyaidín de Fallujah. En esa ciudad indomable al borde del desierto, a 50 kilómetros al oeste de Bagdad, y que los norteamericanos no lograron tomar en tres semanas de combates, se respeta a Muqtada porque su fin es el mismo: echar al ocupante. Los norteamericanos temen que esta cooperación convierta en real una pesadilla: un levantamiento en la capital cerca de las elecciones de Estados Unidos del dos de noviembre.
La marcha de Al Kademiya se movía entre gritos amenazadores y otros más festivos bajo la mirada de la policía iraquí. “El Mahdi apoya a su hijo Muqtada” o “los americanos tienen miedo a las fotos; nosotros, no”. En el templo del imán Mussa al Kasen, una muchedumbre empujaba para entrar creando problemas en las puertas. Guardias del Ejército del Mahdi, sin su uniforme negro y sin armas, registraban a la gente para evitar atentados. La mezquita, hermosa y amplia, albergó ayer la mayor demostración de fuerza popular de Muqtada -que no estuvo presente- desde hace meses.
En el interior, miles de personas; en el exterior, decenas de miles no menos exaltadas. Al concluir el rezo, en el que los clérigos arremetieron contra los norteamericanos y el Gobierno de Iyad Allawi, al que tildaron de títere, la Guardia Nacional, que se hallaba apostada en las calles adyacentes, abrió fuego contra un grupo que comenzó a apedrearles. Dos personas murieron y cinco resultaron heridas. Casi a la misma hora se supo que un grupo secuestró ayer a cuatro policías iraquíes en Nayaf. A cambio de sus vidas exigen el fin de las detenciones y de la presión política y miliar contra Muqtada. El plazo para salvarles es de 72 horas.