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SAN SALVADOR, EL SALVADOR.- Con peregrinaciones, misas y oraciones, los salvadoreños conmemoraron ayer los 24 años del asesinato del arzobispo Óscar Arnulfo Romero.
Una multitud de feligreses se congregó desde temprano en una capilla al noroeste de San Salvador, donde Romero fue asesinado de un disparo al corazón cuando oficiaba una misa la noche del 24 de marzo de 1980.
Decenas de extranjeros mezclados entre cientos de salvadoreños, abarrotaron la capilla para asistir a una misa y posteriormente caminaron por más de una hora hacia la catedral, en el centro de la ciudad, donde yacen los restos del “arzobispo mártir”.
Una gran pancarta con un retrato de Romero era portada a la cabeza de la peregrinación mientras los feligreses entonaban cánticos religiosos y agitaban pancartas con lemas a favor de la paz.
Desde la noche anterior, un grupo de jóvenes se concentró en la catedral para rendir tributo a “la voz de los sin voz”, como llamaban a Romero.
“Materialmente no está con nosotros, pero su mensaje de paz está en nuestro corazón”, dijo la religiosa Bernarda Castro, una misionera de 75 años, al hablar de Romero.
Nacida en Honduras, la hermana Bernarda, es la encargada de cuidar lo que fue el hogar de monseñor Romero y año a año recibe a miles de visitantes que llegan de todas partes del mundo.
La casa de tres cuartos está repleta de fotografías, libros y la vestimenta, ensangrentada, que Romero vestía cuando lo asesinaron.
A pocos metros de la vivienda está la pequeña capilla del hospital para cancerosos La Divina Providencia. Allí Romero fue asesinado un día después que pidió al Ejército que dejara de disparar “contra sus hermanos”.
Un informe de la Comisión de las Naciones Unidas concluyó que el extinto mayor Roberto D’Abuisson, fundador de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) “dio la orden de asesinar al arzobispo”. Nadie fue juzgado por el asesinato.
Desde 1990 el Vaticano estudia el proceso de beatificación del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, cuya primera fase concluyó en 1995.
