Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que estuvo en Santiago de Compostela, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas como siempre- y continuó:
-La materia nos hace buscar un sitio para estar, una “residencia en la tierra”. El espíritu, en cambio, nos lanza a los caminos para ser. El cuerpo nos pide quedarnos; el espíritu nos hace salir de nosotros mismos para buscar la altura.
-El hombre -siguió diciendo Jean Cusset-, es en el fondo un “Homo viator”, un peregrino. “Este mundo es el camino para el otro...”, nos enseñó Manrique. Seguimos siendo romeros, palmeros o “jacquots”, como los hombres del medioevo. Para entrar a nosotros mismos, pues, hay que salir de nosotros mismos. Comencemos ya nuestra peregrinación. Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!....