Llegó volando y se posó, como si nada, sobre mi hombro.
-Soy el tercer pájaro -me dijo.
-Ya veo -le respondí confuso-. Y ¿dónde están los otros dos?
Con esa pregunta quería averiguar qué pájaro era aquél.
-Están muertos -me respondió-. ¿Ha oído usted la expresión: "Matar dos pájaros de un tiro?". Pues bien: a mis dos compañeros los mataron. Yo soy, como le dije, el tercer pájaro.
-Celebro conocerlo -aventuré-. Pero dígame: ¿en qué le puedo yo servir?
Respondió:
-Por favor diga a la gente que aunque mil veces maten dos pájaros de un tiro siempre habrá un tercer pájaro, siempre. Quizá con eso aprenderán que la violencia jamás sirve de nada, sea violencia de armas, de puños o palabras. Siempre habrá otro pájaro que nadie podrá matar, ni de un tiro ni de muchos.
Atiendo entonces la petición de la extraña ave, y transcribo además su reflexión moral. Así mato dos pájaros de un tiro.
¡Hasta mañana!...