-¡Auxilio! -gritaba a toda voz mientras corría-. ¡Me quieren perder!
Se detuvo respirando agitadamente y me dijo con desesperación:
-¡Ayúdeme por favor! ¡Van a perderme!
-¿Quién es usted? -le pregunté.
-Soy el Tiempo -me respondió volviendo la vista a todas partes lleno de inquietud.
Yo, respetuoso, me quité el sombrero. El Tiempo, ya se sabe, es muy importante. Le pregunté:
-¿Y por qué dice usted que lo quieren perder?
El Tiempo me contestó angustiado:
-¡Es que hay un asunto qué arreglar, y van a formar una comisión!
¡Hasta mañana!...