Llegaron las dos sin avisar y se presentaron a sí mismas.
-Soy la sazón -dijo una.
-Y yo la anécdota -completó la otra.
Me quedé en blanco. ¿Qué relación podía haber entre ellas, siendo las dos conceptos tan disímbolos? ¿Por qué llegaban juntas?
La sazón me sacó de mi perplejidad. Manifestó:
-Tanto yo como la anécdota tenemos género femenino. "La sazón". "La anécdota". Y sin embargo mucha gente escribe o dice: "el anécdota", "el sazón". Escriba usted mil veces "la sazón", y otras mil veces "la anécdota", para que nadie olvide nuestro género, que es, como dije, el femenino.
Estoy cumpliendo esa tarea a LA sazón, aunque sé que nadie creerá LA anécdota que acabo de contar.
¡Hasta mañana!...