El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor -le preguntó-. ¿Por qué existe el dinero? Es causa de tantos males que he llegado a pensar que es invención del diablo.
-No hables mal de la competencia -lo reprendió con una sonrisa el Señor-. Dime: ¿recuerdas la parábola del buen samaritano?
-Claro que la recuerdo -contestó el padre Soárez-. Aquel hombre que tenía buen corazón.
-Lo tenía -confirmó el Cristo-. Pero también tenía dinero. De otro modo no habría podido pagarle al dueño de la posada los cuidados que dio al pobre a quien los ladrones dejaron malherido. Esa parábola te enseña el valor de los buenos actos, pero también te enseña el valor del dinero cuando se emplea bien.
El padre Soárez meditó esas palabras, y concluyó que debemos usar el dinero de modo que parezca una invención de Dios.
¡Hasta mañana!...