Toda su vida la dedicó John Dee a la búsqueda de la piedra filosofal, mirífica materia que trasmuta-ba en oro todo lo que tocaba. Después de 50 años renunció a la búsqueda: oyó decir que otro alquimista había hallado la anhelada piedra filosofal, y al tocarla se convirtió él mismo en oro.
-En eso se convierten -reflexionó John Dee- quienes emplean su vida tan sólo en buscar oro. Se hacen metal también, y su alma se vuelve dura y fría. Mejor buscaré en mí, para encontrarme. Quizá llegue algún día a conocer quién soy. Y a lo mejor, quién sabe, al hallar eso encontraré el oro verdadero: la felicidad.
Eso pensó John Dee. Renunció entonces a la búsqueda del oro y se puso a hacer lo que jamás había hecho: vivir.
¡Hasta mañana!...