Este año no hubo nueces en el huerto. Se entristece el corazón, pues no tendremos corazones de nuez para los dulces de la Navidad.
¿Por qué esta vez no nos dieron los nogales, que son pródigos árboles, el regalo de su fruto? Las plagas, piensan unos. Exceso de lluvia, opinan otros. El eclipse, aseguran los demás.
Don Abundio dice que este año los nogales descansaron. "Nosotros descansamos -razona-. Descan-san los animales, descansa el campo en el invierno. Hasta Dios mismo, después de hacer el mundo, descansó. ¿Por qué los nogales no van a descansar?".
Yo creo en la voz del viejo, y la recojo en mí. Quizás es cierto lo que dice, y los nogales, entre las muchas sabidurías que poseen, tienen la de saber descansar. Vendrá el próximo año, volverán los nobles árboles a su labor, y el agua, el sol y los fermentos de la tierra se concretarán en sus pequeños frutos de recio cuerpo y dulce corazón.
¡Hasta mañana!...
