Ale, mi nieto de año y meses, tenía preocupada a la familia, pues no quería caminar. Los únicos que no nos preocupábamos éramos él y yo. Ambos sabemos, él por niño y yo por viejo, que todo tiene su tiempo. No lo decimos nosotros: lo dice el Eclesiastés.
Un buen día, el pasado 28 de diciembre para ser exactos, Ale se puso a caminar sin previo aviso. La familia dudó de sus primeros pasos: era Día de los Inocentes; aquello seguramente era un engaño; al día siguiente Ale regresaría a su habitual sedentarismo. Se equivocaron todos: el chiquillo siguió caminando. Lo hace de día y de noche; ha caminado ya la distancia que recorrió el Spirit para llegar a Marte.
Sigue caminando, pequeño Ale. Te lo dice tu abuelo, que mucho ha caminado. La vida es un camino, y el hombre -ese homo viator- es un eterno caminante. Cosas tristes y alegres irás viendo, pues de ambos materiales está hecho el vivir. Alguna vez quizás un nieto tuyo caminará también, y sus primeros pasos serán una de tus mayores alegrías, aunque los dé en un 28 de diciembre.
¡Hasta mañana!...