Por esta sola vez, y sin que el caso siente precedente, el señor Cantalarrana adopta el talante y traza de un político a la antigua. Es decir igual que todos, pues no hay ninguno a la moderna.
El señor Cantalarrana dio la bienvenida al cambio democrático. Proclive a pomposidades de expresión, lo llamó "el gran cambio". (Cuando escribe la frase usa mayúsculas). Se incluye en el número de quienes promovieron ese cambio, pues cierta vez usó en un discurso la palabra "democracia". Y dice con orgullo el señor Cantalarrana: "¡Quién sabe qué habría sido de nosotros de no haber sido por nosotros!".
Lee el periódico el señor Cantalarrana, ve y escucha los noticieros del radio y la televisión. Se repatinga muy contento en su sillón y suspira con una amplia sonrisa:
-¡Caray, cómo me gusta este cambio que no ha cambiado nada!
¡Hasta mañana!...