¿Recuerdas, Terry, lo mucho que te gustaba perseguir a los gatos? No era ése un ejercicio demasiado digno para un cocker spaniel como tú, pero yo lo aprobaba, pues a mi juicio los gatos -o por lo menos la mayoría de ellos- son merecedores de persecución.
Simuladoras fieras son los gatos, Terry mío. No son, como los perros, amigos del hombre. Son, si acaso, sus mejores enemigos. Lo único que tienen bueno es el ronroneo. Siempre he pensado que cuando Dios estaba haciendo al perro le iba a poner el ronroneo, pero se le cayó de las manos, y el gato lo cogió al vuelo y se lo llevó corriendo.
Supongo que no habrá gatos en el Cielo, Terry. Si puedes ven a mi sueño de esta noche y aclárame la duda. Desde luego la misericordia de Dios es infinita, pero ha de tener sus excepciones. Por ahora, sin que te ofendas, déjame hacerte una sincera confesión. Aquí entre nos, los gatos no me gustan porque son demasiado inteligentes para mí.
¡Hasta mañana!...