"Febrero y las mujeres, mil pareceres".
Ningún motivo tengo yo para acusar a las mujeres de inconstantes. La verdad, son muy constantes en sus inconstancias. Pero febrero es una veleta o giraldilla. Sus propios vientos lo mueven a uno y otro lado, y a otro, y a otro...
Quizá no le gustó a febrero ser segundo en el desfile de los meses, y se hizo caprichoso para mostrar su enojo. Es huésped importuno. Abre las puertas y ventanas para que entre el frío, y luego descorre las cortinas y hace que nos agobie el sol. Invita al aire, que llega y nos despeina, y enseguida convoca a la neblina y se esconde, avergonzado, en ella.
No sabemos qué hacer ya con febrero. Y este año menos, cuando el voluble mes se queda con nosotros un día más. Se irá febrero, sin embargo, y habremos de extrañarlo con la nostalgia de las cosas idas. Cuando llegue noviembre, tan constante en no ser nada, extrañaremos a este volátil febrerillo, y desearemos que vuelvan sus locuras. Y volveré, nos dice. Todo vuelve. Ya verán.
¡Hasta mañana!...