Llega el viajero a Popayán, en el valle del Cauca, de Colombia. Ahí le sale al paso una leyenda: en Popayán, dicen, está la tumba de don Quijote.
Tierra es ésta de caña y de café, pero también de soñadores. ¿Qué arrebatado quimerista inventó tan enorme fantasía? ¿A quién se le ocurriría tal ficción? Un segundo Quijote debe haber soñado que el primero descansa en Popayán.
Lo cierto es que un Quijote no reposa nunca. Su tarea es fatiga continuada. Hay tanto mal en este mundo que el bien no puede descansar. Hay tanta realidad que el soñador no debe renunciar al sueño.
Pide el viajero que Popayán conserve su leyenda. Las leyendas se forman con la vaga neblina de los sueños. También de esa materia está hecha la vida de los hombres.
¡Hasta mañana!...