El barril se llenó con agua de la lluvia. Ahora espera a las muchachas. Ellas verán el reflejo de la luna en el agua del barril, pues creen que les mostrará el rostro del hombre que habrá de desposarlas.
¿Cómo cayó este grillo en el barril? Quién sabe. Se agita inútilmente en un vano esfuerzo por salir. Yo lo tomo y lo dejo sobre una hoja de retama. Luego regreso a mi quehacer, que es hacer nada.
Ya es de noche. Un grillo aserra el silencio de madera con su canción nupcial. ¿Será el mismo grillo al que salvé de perecer ahogado en el inmenso océano del barril? Quién sabe. Si lo es, él ahora me salva de perecer ahogado en el inmenso océano de la nocturna soledad.
¡Hasta mañana!...