VARIACIÓN OPUS 107 SOBRE EL TEMA DE DON JUAN
Doña Inés, tímida doncella, logró lo que ninguna mujer había conseguido: que don Juan se le rindiera.
Se enamoró el burlador de aquella virgen; lo conquistaron su candor, su ingenuidad. Él, que venció todas las argucias de las mujeres mundanales, cayó atado de corazón y de alma ante la niña, pues era toda inocencia, toda sencillez.
Hizo don Juan lo que jamás había pensado nadie que iba a hacer: se casó. En la boda los invitados sonreían bajo capa al ver seducido al seductor. Decía él a sus amigos, como justificando su derrota: “No pude resistir su encanto; es todo lo contrario de lo que yo soy”.
También sonreía la desposada, con esa sonrisa tan especial que tienen las novias el día de su casamiento. Le preguntó un mendigo al salir de la iglesia:
-¿Eres tú doña Inés?
-Así se me conoce –respondió ella sin dejar de sonreír-, pero mi verdadero nombre es doña Juana.
¡Hasta mañana!...
