HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
Caín era labrador. Se levantaba con el sol y se esforzaba en los duros trabajos de la tierra. Abel era pastor. Salía al campo con sus ovejas, y mientras los animalitos triscaban él se ponía a descansar a la sombra de un árbol. Ahí tocaba la flauta o se entretenía en contemplar el paso de las nubes.
Quizá fue el ocio lo que llevó a Abel a convertirse en rezandero. Se la pasaba todo el día gritando melopeas; oscurecía la claridad del cielo con sus continuos sacrificios. A Caín lo importunaba siempre: todos los días llamaba a la puerta de su casa para predicarle; lo llamaba pecador; lo amenazaba con las penas del infierno. Un día Caín levantó la mano contra Abel y lo mató. Entonces el Señor llamó a Caín y le dijo:
-Pobrecito tu hermano. Era muy bueno, pero muy engorroso. Te agradezco haber cumplido, aun contra tu voluntad, la orden que te di.
¡Hasta mañana!...