En la revista “Iter” publicó Malbéne este relato que de seguro escandalizará:
“... Un hombre de religión sintió el llamado de la carne. Viajó a una ciudad cercana y visitó a una mujer humilde que vendía su cuerpo para poder vivir. Ella lo hizo pasar a su pequeño cuarto. Sobre una mesita, junto al lecho, tenía imágenes de santos iluminadas por una lámpara de aceite. Antes de desnudarse la mujer volvió los santos hacia la pared. ‘Es para que no vean lo que voy a hacer’ -explicó tímidamente. Conmovido por ese ingenuo gesto el hombre de religión se arrodilló frente a la pecadora y le dijo con emoción: ‘¡Bendita seas! Has conservado el tesoro de la fe que yo, por la rutina de mi profesión, tengo perdido’. Le entregó todo el dinero que llevaba, y sin tocarla se alejó...”.
Es extraño este texto de Malbéne. Me recordó alguna página de Dostoiewski o Tolstoi.
¡Hasta mañana!...