En aquellos discípulos dijo Hu-Ssong a su tiempo:
-Conozco a un hombre que es rico en bienes de fortuna. Dios premió con abundancia de dones su trabajo. Pero él no es esclavo de su dinero, como muchos, sino su amo y señor, y en vez de ser su siervo se ha servido de él para hacer el bien a los demás.
-Ese hombre -siguió diciendo a sus discípulos Hu-Ssong-, tiene dictadas ya instrucciones acerca de las ropas con que los suyos deberán vestirlo para ponerlo en el sepulcro. Ningún bolsillo deberán tener sus ropas. ?¿Para qué esos bolsillos -dice aquel hombre rico y sabio-, si no me llevaré nada conmigo??.
Hu-Ssong calló mientras hacían poso sus palabras en el entendimiento de los escolapios. Luego dijo.
-Feliz el hombre a quien al final de la vida no le queda sino aquello que ha dado a los demás.
¡Hasta mañana!...