Por Armando FUENTES AGUIRRE
San Virila escuchó en su interior la voz de Dios. Le pedía ir al bosque a la hora del amanecer, pues quería encargarle una misión.
Se levantó San Virila antes del alba y encaminó sus pasos hacia el bosque, no fuera a ser que se le hiciera tarde. Pero en el camino vio a un anciano campesino cuya carreta se había hundido en el fango. ¿Qué hacer? ¿Acudir a la cita con el Señor o ayudar al anciano en su fatiga? San Virila optó por lo segundo. Arrimó el hombro a la carreta, y con su ayuda pudo el anciano sacarla y seguir su camino.
Llegó tarde a la cita San Virila. Pero el Señor no estaba disgustado. Le preguntó Virila:
-¿Cuál es la misión que tienes para mí?
-Precisamente ésa que acabas de cumplir -le contestó el Señor-. La misión que Dios tiene para ti consiste en servir a los demás. Así lo sirves a Él.
¡Hasta mañana!...