L U N E S
Acabamos, Elvira y yo, de llegar de Saltillo, donde dormimos anoche. Veníamos de Monterrey, donde estuvimos con Emilio y Lili con motivo de la presentación de la segunda de sus hijas, Malena, que se casa este año.
Ésta ha sido la primera vez que no regresamos de Monterrey, corrimos allí. Nunca habíamos sentido su temperatura como esta vez la sentimos; nos abatió, de plano; todo se nos vino abajo: el ánimo, las fuerzas, el vigor.
Y no es que en grados hiciera más calor que aquí, pero, la diferencia la hacía, al menos ese par de días, la humedad. ¡Qué sensación tan desagradable esa de sentirse húmedo en cuanto se abandona el amparo de la refrigeración doméstica que por acá tiene que estar funcionando de día y de noche y apenas así se puede lograr cierta comodidad. Sería también cosa de los años que por mí han pasado, y que cada vez que venimos es algo más de tiempo, pues, tanto Emilio como su clan siguen conservando el buen humor de siempre y las bromas se suceden según aparecen los visitantes.
Ayer, pues, después de comer, Luis Alberto y su Elvira, y yo con la mía regresamos a Saltillo que, verdaderamente, es un oasis desde sus primeros kilómetros de entrada.
En fin, que aquel calor de Monterrey nos sirvió para no quejarnos más del nuestro y hasta disfrutarlo.
M A R T E S
Don Pepe, don Pepe Ventura Chávez, gran amigo y estupendo cronista taurino, por el sólo hecho de conocer mi gusto por la fiesta de toros, me ha distinguido entregándome hoy, en propia mano, recién salido de las prensas, la edición de su libro que se llama igual que sus crónicas taurinas radiofónicas: “EN CINCO MINUTOS HABLAMOS DE TOROS”, lo que quiere decir que del tema lo sabe todo, por eso puede resumirlo en términos breves y precisos.
Su libro que es una selección de sus crónicas, que así quedan muy bien “arrematáas”, como diría “El Gallo”, será presentado en breve en nuestra ciudad, en fecha, sitio y hora que oportunamente serán avisadas, empezando con ello su ofrecimiento a los aficionados taurinos y al público en general.
Es de esperarse que todos los aficionados a la fiesta de toros acudan a la presentación del libro de don Pepe. Es una manera de manifestarle nuestra estimación y agradecimiento por los años dedicados a ilustrarnos para que disfrutemos mejor de la fiesta porque, como decía Valle Inclán, “el público (es decir, yo, y acaso tú) no entiende de toros. Los toreros tampoco saben nada del toreo. El único que entiende de toros es el toro, ¡que hace cuatro mil años que embiste!”.
Por eso la aparición del libro de don Pepe Ventura Chávez es una oportunidad de saber un poco más de este tema la próxima vez que veamos una corrida. Felicitaciones don Pepe. Y un abrazo.
M I É R C O L E S
Vidal nos fue a recibir. Después de saludarnos me entregó un pequeño folleto, cuatro páginas, sobre cultura empresarial en las que se analizan las diferencias entre los japoneses y los mexicanos. Los japoneses, igual que otros extranjeros que nos visitan están de acuerdo en que nuestros trabajadores son muy hábiles, incluso más que ellos, que ya es decir; pero, en materia religiosa, mientras el japonés va a los templos a ofrecer el mexicano va a pedir. Esto ha llegado a tanto que los propios sacerdotes en sus misas no se cansan de decir que para los pequeños dolores está la aspirina, que no tienen por qué recurrir a los santos de su devoción y menos a Dios para que les alivie de ellos.
Otro de los puntos que significan, y que hoy está a la vista en el Seguro Social es que, mientras los trabajadores japoneses presentan pliegos de ofrecimientos nuestros sindicatos los presentan de peticiones.
Señala el folletito antes dicho que nos preocupa mucho la educación instructiva, pero nos olvidamos de la formativa. La honestidad, la puntualidad, la limpieza, tanto que en algunas empresas se dan premios, y esto es el colmo, por llegar a tiempo.
No es nuevo nada de todo esto. Al menos se viene hablando de ello desde hace medio siglo; pero, el gobierno no ha hecho una política sobre esto, no lo ha apoyado, no lo ha exigido, y son los empresarios, y ni siquiera unidos, los que cada quien por su cuenta hace lo que puede al respecto en sus propias empresas. ¿Hasta cuándo?
J U E V E S
El escritor y filósofo francés Bernard le Bovier de Fontenelle que murió en París a los cien años en 1757, estaba un día con otros invitados en el jardín de una casa noble. El dueño de la casa les explicaba las perfecciones de su jardín. Es un parterre todo en flor, les dijo.
No nos acerquemos, dijo alguno. Está tan cuidado que merece todo nuestro respeto. Y los hombres sólo de lejos sabemos respetar como es debido.
Fontanelle protestó: No me gustan esas cosas que tanto respeto merecen. ¿Qué pensarían de nosotros las damas que nos acompañan si las respetáramos así?
Y una de las damas le dio la razón: Tiene razón Fontanelle. La única falta de respeto que no perdonan las mujeres es el excesivo respeto.
Le preguntaban sus amigos si podía establecer una diferencia clara entre lo bueno y lo bello. Y les dio ésta:
Lo bueno necesita demostración; lo bello no.
Le hacían esta objeción: Pero nada es bello e igual para todo mundo.
Y él les contestaba: Desde luego que no. Porque la belleza, más que en la cosa, está en los ojos del que mira. Y la naturaleza ha sido lo suficiente rica para dar ojos distintos a todo mundo.
V I E R N E S
Uno más que se prepara para volver al país es Rogelio Montemayor, ex gobernador de nuestro Estado y ex de Pemex. Su sola defensa en este caso hace suponer la propiedad de una cantidad de millones bárbara para poder pagarla.
Hace unos días o unas semanas se dieron a conocer los salarios de gente como él o un poco menos, y aun doblando las cantidades que entonces se citaron se saca como consecuencia que le sería imposible pagar con ello lo que han de cobrarle sus defensores.
Lo más lamentable de estos asuntos es que Montemayores es lo que más ha abundado en México desde siempre, que hacen lo que hacen, se exilian y después de un tiempo vuelven, cuando todo está arreglado para que no se les exija ni les pase nada y su vida sea igual que antes, tranquila y cómoda.
Ahora que, por otra parte, el Seguro Social tiene problemas de tipo económico se pone en evidencia que arreglar tal asunto se pone difícil porque lo que al gobierno le falta es dinero, el dinero que le han venido desapareciendo, constantemente, desde hace más de treinta años, no sólo Montemayor, otros que igual que él estaban seguros de que hicieran lo que hicieran nada les pasaría.
Nuestro gobierno no sólo sabe lo que Montemayor nos hizo. Sabe, todo lo que nos estafaron todos y cada uno de los que lo hicieron en el pasado, y que viven todavía. ¿Por qué no se les obliga a devolverlo?
S Á B A D O
Los lectores de periódicos, lo mismo los que lo leen de madrugada, después que lo oyen pegar contra la puerta de su casa, o después de cenar, más de una vez, al hojearlo se habrán preguntado si México es un país de ladrones y defraudadores. Las páginas de los diarios están llenas de este tipo de noticias, y los estafadores lo mismo son banqueros que políticos, no sólo muertos de hambre que se conforman con lo que un ciudadano cualquiera traiga en su cartera.
Vuelvo a repetir lo que ya he dicho otras veces: no se roba en México por hambre. Hace tanto que impera en ciertos sectores que éstos ya se han acostumbrado a vivir con ella, a soportarla sin quejas. Tampoco son los pocos productores que nos quedan y se empeñan en convencer a otros para que no desaparezca nuestra antigua ambición de grandeza. No; en México los que no cesan de robar son los que deberían afanarse a diario por sacarlo adelante. Como les falta talento para ello, y honestidad, acaban decidiéndose por estafarlo, dejándolo peor que lo encontraron despojándolo de todo lo que pueden. ¿Cómo puede así, ningún país, salir adelante?
Y D O M I N G O
¿Quién fue el primero, cuál fue la serpiente que tentó a nuestra pobre patria, a esta Eva indiana perdida entre las sombras salvajes del paraíso, diciéndole: eres rica? De allí vienen todos nuestros pecados. JUSTO SIERRA