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MIRAJES

Emilio Herrera

L U N E S

Éstos, queridos lectores, son mis últimos años. Podrán ser todavía tantos que me canse de vivirlos. O podrán ser pocos y lo suficientemente útiles que me enorgullezca de haber llegado a ellos.

Muy joven todavía se presentó en mi vida, que, de verdad, no valía la pena de vivir si no fuera por su juventud, la idea del juniorismo. A Torreón esto del juniorismo lo trajo un joven norteamericano que si no recuerdo mal se llamaba Vance Graham. Enrique C. Treviño, director de la Escuela Comercial, en la que yo estudié, era, por entonces Secretario de la Cámara de Comercio, y él fue el que invitó a varios de sus ex alumnos a escuchar aquella plática de Graham sobre juniorismo, movimiento juvenil que entonces tenía éxito en Norteamérica y se llamaba Cámara Junior sencillamente porque quienes lo integraban sesionaban en los salones que les prestaban en la Cámara de Comercio.

Como es costumbre en estos casos, escuchamos a Vance Graham, prometimos volver a reunirnos para hablar sobre la posibilidad de fundar aquí una Cámara Junior, y aparentemente nos olvidamos de ello. Pero, el destino, sabe lo que quiere. Porfirio de la Garza y yo nos conocimos en aquella ocasión en que fuimos, cada quien por su lado, a escuchar a Vance Graham, y resulta que unas semanas después, nos encontramos en la esquina de Morelos y Cepeda, hablamos de invitar a otros mutuos amigos y hacer el esfuerzo de fundar aquí una Cámara Junior. Y así empezó a funcionar entre nosotros la idea del juniorismo que adoptaron jóvenes que no tenían, no digo algo mejor, sino nada que hacer y se llenaran de quehaceres para bien de ellos, que crecieron rápidamente en su reputación en este Torreón de nuestros amores.

No veo ahora movimientos de esta naturaleza en nuestra ciudad, pero pienso que es sólo eso: que yo no los veo, pero que los jóvenes de una manera u otra algo están haciendo por Torreón. Ojalá.

M A R T E S

Michel de Nostradamus, astrólogo y adivino francés, se hizo famoso cuando algunas de sus predicciones escritas en verso en su libro “Siglos” resultaron verdades. En una de ellas había escrito: “El león joven vencerá al viejo en una lucha terrible y en extraño duelo”. Cuando Enrique II murió accidentalmente en un torneo en 1559, pareció que la profecía se había referido a él, y con este motivo, aumentó el número de sus admiradores. Otra de sus predicciones decía: “El gran baladrero, desvergonzado y audaz, será elegido jefe del ejército; sus intentos serán descarados, el puente se romperá en dos, la ciudad se morirá de miedo”.

Nuevamente, después del acontecimiento, la profecía se interpretó como refiriéndose a Cromwell: el puente roto era el Parlamento.

Nostradamus empezó su vida como médico. Estudió en Montpellier y se estableció en Slon, cerca de Aix-en-Provence, donde se supone inventó aquel específico tan buscado durante el siglo XVI: un remedio para combatir la peste. La astrología y la magia eran más lucrativos que la medicina, y Nostrdamus muy sagazmente, halló el medio de halagar la credulidad de los hombres y, a la vez, de conseguir para él riquezas y honores. Era de origen judío, siendo posible que su fama esté relacionada con la gran reputación de la cábala.

M I É R C O L E S

Hay días que no empiezan, que se acaban desde la mañana, en los que nada hay que hacer. Pero, ¡cuidado!, hay otros que desde que comienzan parecen no querer acabar y te llevan de una cosa a otra sin darte tiempo para nada más. Éste es uno de ellos. Al desayuno a las nueve de la madrugada con los amigos de siempre siguió el café con Octavio en esta parte del restaurante porque la otra con un minuto que llegues tarde encuentras todas las mesas ocupadas; en esta otra encontramos una en la que uno de nuestros vecinos comentaba en el preciso momento en que nos sentábamos que el trabajo era una porquería, con lo que nos dimos cuenta de por qué estaba allí.

Por la tarde fue a cumplir la cita que tenía con Cecilio, gran amante de la poesía de León Felipe, aquel que dijo: “Somos como un caballo sin memoria, somos como un caballo que no se acuerda ya de la última valla que ha saltado.

Venimos corriendo y corriendo por una larga pista de siglos y de obstáculos, de vez en vez la muerte . . . ¡el salto!”.

Por cierto, por estos días Juan Manuel López Reyes anda detrás de la historia de León Felipe entre nosotros, así que, si recuerdas algo llámale al teléfono 7-16-51-79. Te lo agradecerá.

J U E V E S

¿Te acuerdas de la Garbo? Se llamó de verdad Greta Lovisa Guistafson, la más famosa actriz de todos los tiempos. Empezó su carrera en Suecia como discípula de la Real Academia de Arte dramático. Todos los años a final de curso, la Academia celebraba con un espectáculo en el que intervenían los mejores alumnos. Algunos actuaban solos, entre ellos los mejores del último curso. Un año, entre aquellos alumnos se encontraba Greta Gustafson. Sus profesores le preguntaron si se veía capaz de actuar ella sola. Ella les preguntó qué era lo que tenía qué hacer, y ellos le informaron que recitar un monólogo.

Aquel año entre el público había, como de costumbre, algunos directores de teatro, que iban en busca de nuevos valores. Greta Gustafson recitó su monólogo. Le salió mucho mejor que a cualquiera de las otras.

Después de la función un señor del público la quiso conocer. Y le dio su tarjeta. Era Mauritz Stiller, director de Svenska Film, el cual le hizo una pregunta: Que si quería trabajar en el cine. Y parece que Greta contestó con una sola palabra: Bueno.

Y ese fue el comienzo de la carrera cinematográfica que ha dejado en todo el mundo el recuerdo más imborrable.

V I E R N E S

De vez en cuando hay que volver a los antiguos sitios, a ésos que todavía nos quedan y están llenos de fantasmas, como éste en el que apenas te sientas y comienzas a ver, por ejemplo, precisamente a León Felipe después del escándalo que armara en el Casino, o a Carmen Amaya con su grupo de gitanas después de su última actuación en el Princesa, cuando iba rumbo a Nueva York.

Y sobre todo cuando quieres volver a ver a los amigos que se te han ido, ¿dónde encontrarlos sino aquí, a donde también ellos vuelven en busca nuestra? Normalmente vengo aquí cuando quiero ver a Everardo (No te asustes Martínez R., se trata de otro, no de ti), a Enrique, a Jesús, y siempre los encuentro.

Aquí todo está igual que siempre. Exteriormente el nombre ha cambiado, no es ya el que le puso Demetrio, pero hasta el menú sigue siendo el mismo, el más amplio de la ciudad. Para hablar de todo lo que a su sombra se nos venga a la memoria es que Homero y yo nos hemos acompañado esta tarde de don Pedro y el doctor Darwich, grandes amigos con los que, a veces, como ésta, tenemos una verdadera necesidad de intercambiar ideas o, sencillamente, palabras.

Los cafés son en cierta manera un termómetro del arte de la conversación y yo no me pierdo por ahora ninguna de estas reuniones, pues, como sigo perdiendo el oído serán las últimas de las que seguiré atesorando el ingenio derrochado en ellas por mis amigos.

S Á B A D O

Mira tú, querido amigo, si será buena la vida, que lo vas perdiendo todo, si bien es cierto que poco a poco, no de golpe, pues esto sólo sucede si te mueres, y la sigues amando.

Con menos facultades, pero allí vas para un lado y otro, para arriba y para abajo de tu ciudad, interesado en volver a ver todo lo que ya conoces, o lleno de curiosidad por conocer lo nuevo que en ella se levanta.

Es cierto que hoy suceden con menos discreción las cosas que siempre han sucedido, pero es que hoy hay más cosas qué disfrutar para aquéllos que logran hacer fortunas rápidamente y no es cuestión de no usar las cosas que pueden adquirirse sólo para que no digan que cómo las haría.

Las ciudades y sus habitantes son así y más lo son según van creciendo.

Imagínate si la Ciudad de México fuera a asustarse por lo que en ella sucede. Se volvería muda.

Algo que se acabó en nuestra ciudad son las conferencias. Allá por medio siglo del anterior, una se daba de lo que fuera, particularmente literaria, cuando menos cada quincena, y si no, no faltaba quién declamara a los antiguos o nuevos poetas, como Carmen de Mora que por entonces irrumpía en los estudios del “Chato” Gómez.

Y D O M I N G O

El ejercicio pleno de nuestros derechos políticos habrá de llevarnos por el mejor de los derroteros; pero el virus de la politiquería gangrenará irremediablemente el organismo nacional si no lo tonificamos con esta fórmula: trabajo y estudio, lejos de la mefítica influencia del pantano oficial donde se inculca la politiquería. SALVADOR ALVARADO

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