L U N E S
A todos los que cobren, y no digo que todos los que trabajen, porque éstos han de ser menos, en oficinas gubernamentales, el mes de septiembre desde su primer día debieran obligarlos a leer, si no “México a Través de los Siglos”, al menos un manual o compendio de nuestra Historia. Esto les haría recordar que no todos los políticos, de lo que ellos presumen, fueron siempre como los que ahora abundan, empezando por algunos Pérez y acabando por ciertos Montemayores.
A partir de Hidalgo, y no se diga de Morelos, hubo una serie de mexicanos cuyo destino fue amar como nadie a su patria: Allende, los Aldama, Abasolo, los Galeana, López Rayón, Quintana Roo, Mina, los Bravo, Matamoros, Iturbide y Guerrero, que acuñara la frase que todos ellos, los que cobran en el gobierno, debieran recordar siempre: “¡La patria es primero!” .
Así lo fue para Guadalupe Victoria, lo mismo que para los llamados “Niños Héroes”. En la Reforma, Valentín Gómez Farías, Santos Degollado, Juan Alvarez, Melchor Ocampo, Ignacio M. Altamirano, Benito Juárez, Ignacio Zaragoza, Miguel Miramón, y luego Porfirio Díaz, Justo Sierra, Francisco Bulnes, a los que seguirían los hermanos Flores Magón, Francisco I. Madero, Pino Suárez, Aquiles Serdán, Belisario Domínguez, Venustiano Carranza y muchos más, nunca lo olvidaron, prosiguiendo el esfuerzo de sus antecesores, engrandeciendo esta nación que, en los últimos años, olvidado el patriotismo de aquellos buenos mexicanos, y olvidando lo que son, otros se han dedicado a enriquecerse a costa de ella, de su patria, empobreciéndola.
M A R T E S
De la escuela primaria recuerdo las clases de historia nacional. Jesús, Arturo y yo, como todos, teníamos nuestros héroes preferidos. El primero en declararlo era su dueño. Y no había duplicidades, así que los que se tardaban en escoger a lo mejor no les quedaba más que ser algún realista, entre los cuales, como en todo, también los había buenos. Volviendo a donde íbamos, Jesús, a quien admirábamos por lo estudioso, y los que, además, jugaban basket, porque tenía un balón, prefería a Morelos; Arturo, una especie de Aramís, delgado y bien parecido, escogió a Pablo Galeana como su preferido, y yo a don Hermenegildo porque tenía todo lo que a mí me faltaba y hubiera querido ser. Sus prodigios de valor, que ustedes seguramente recuerdan, le llevaron a salvar la vida del propio Morelos en el sitio de Cuautla, durante aquellos terribles 72 días que durara y que dio incluso lugar a la aparición de nuestro “niño artillero” Narciso Mendoza, el que al ver un cañón abandonado le prendió la mecha en el mismo instante que los realistas entraban creyendo que nadie la defendía.
Don Hermenegildo cayó en una emboscada mientras atravesaba un bosque después de cumplir una comisión de Morelos. Su cabeza le fue cercenada y después enterrada en la iglesia. Su cuerpo, recogido por dos de sus soldados, fue enterrado secretamente, así que no se sabe dónde quedó. Al consumarse la Independencia, fue declarado Benemérito de la Patria.
M I É R C O L E S
Vale la pena leer hoy 15 de septiembre este fragmento de una poesía de Carlos Pellicer que él escribiera en 1971, y que yo he tropezado hoy en un Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México de ese mismo año:
La Patria necesita hombres más hombres
que le hagan ver la tarde sin tristeza.
Hay tanto y lo que hay es para pocos.
Se olvida que la patria es para todos.
Si el genio y la belleza entre nosotros
fue santa y natural,
que el recuerdo del hombre de otros días,
nos comprometa para ser mejores.
La Patria debe ser nuestra alegría
y no nuestra vergüenza por culpa de nosotros.
Es difícil ser buenos.
Hay que ser héroes de nosotros mismos.
Y esta otra “Al Nopal”, cuyo autor ignoro:
Al pasar por la vera del camino
¡Oh ríspido nopal!, cuando te veo
ante tu augusta majestad me inclino,
y en admirar tu pompa me recreo.
Mas, ¿sabes por qué, ufana
en ti se posa la mirada mía?
Porque tú fuiste la triunfal peana
en que a nuestra tierra mexicana
vino a posarse el águila bravía.
J U E V E S
En un día como el de hoy uno sólo quisiera escuchar cosas bonitas sobre nuestra nación, pero tampoco algunas verdades son malas.
Estos versos que Amado Nervo escribiera en 1915 nos hacen ver que hace más o menos cien años andábamos como ahora, y si no, léalos y verá. Los siguientes, que tituló “Mi México”, dicen:
Nací de una raza triste,
de un país sin unidad
ni ideal ni patriotismo;
mi optimismo
es tan sólo voluntad.
obstinación en querer,
con todos mis anhelares,
un México “que ha de ser”,
a pesar de los pesares,
y que yo no he de ver . . .
febrero 21 de 1915
Para terminar con estas lecturas patrias leamos la siguiente poesía del padre jesuita Federico Escobedo, nacido en Guanajuato en 1874 y que muriera en Puebla en 1949. Se llama “Flor que llora”, dice:
Todo es en la natura simbolismo,
hay de Puebla en su sierra encantadora ,
una a la que el indio llama “flor que llora”,
flor que llora colgada en el abismo.
Extraña analogía,
guarda esa flor con la patria mía
y su destino me parece el mismo:
México, es una flor encantadora,
más, ¡ay!, es flor que llora,
flor que llora colgada en el abismo.
V I E R N E S
Lo que pasa es que últimamente nos hemos vuelto muy remilgosos en relación con nuestra patria. México es bueno para vivir, y si quieren una prueba pregunten a los extranjeros que aquí viven, que decidieron quedarse aquí, y aquí formaron sus familias, y aquí lucharon para sobrevivir primero, luego para vivir mejor cada día haciendo constantemente lo que mejor pueden por el lugar que eligieron.
S Á B A D O
Cuando uno ve, en las películas por supuesto, con la facilidad que, en un segundo, todo mundo, esté donde esté, saca a relucir una pistola, y a usarla, por supuesto, aunque sólo sea para amenazar a alguien, se da cuenta de que ello forma parte de la cultura del vecino país del norte.
Norteamérica ha crecido con una pistola, o rifle o escopeta en la mano. Las armas es lo diario junto con el wisky y el sexo. El último lunes se vino abajo la esperanza que muchos de sus habitantes tenían de que penalizaran su venta. Al contrario. Ahora cualquier hijo de vecino podrá fabricar, vender y comprar, legalmente, armas semiautomáticas. La ley que lo prohibía expiró aquel día y nadie, ni el Congreso ni Bush movieron un dedo para evitarlo. La venta de armas representa un magnífico negocio, y esto es suficiente para que la mayoría se acomode a sus consecuencias. Una encuesta al respecto prueba que el sesenta y ocho por ciento de los estadounidenses apoyan la prohibición, pero, estando los “business” de por medio se impondrá la opinión de la minoría y el culto a las armas, en ese país, seguirá creciendo.
Y D O M I N G O
El patriotismo no es un ditirambo sino crítica constructiva. Se descubren los errores para que no se repitan, se señalan los vicios para corregirlos y las llagas para curarlas. El patriotismo es en esencia amor admirativo y anhelo apasionado de superación. JESÚS SILVA HERZOG