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MIRAJES

Emilio Herrera

L U N E S

El pan era antes cosa de tres veces al día. Hoy, no sé, pero los que van llegando ? yo nunca llego a nada ? a cierta edad, a la que las mujeres llegan antes que los hombres, lo van eliminando poco a poco, y a veces de una vez y para siempre, de su dieta, o lo mantienen sólo como una tentación.

Pero, el pan tiene muchos encantos, sobre todo el llamado francés, del que se dice y ya se sabe que, sin una buena pieza no puede ser posible una buena torta.

Recién llegado Rafael a estos lares que acabaron siendo suyos vino a caer a la Cámara de Comercio, que entonces estaba por la calle Zaragoza, en los altos del edificio que le seguía al de la papelería Dingler, y resulta que enfrente de la Cámara estaba una panadería, ¿era la del Bravo?, a lo mejor sí, aunque pudiera ser que no, pero lo importante no era cómo se llamaba sino lo que era y el olor a pan recién hecho que por sus puertas salía. Y ¿quién iba a resistirse a tal llamado? Porque, además, no era sólo su sabor de recién acabado de hacer sino su quejido cuando lo mordías, cosa que pierde el que se come en casa y ha sido comprado horas antes y en la espera se vuelve estoico, pierde su sensibilidad, y se deja morder y remorder sin ningún lamento ni resentimiento. Pues bien, nosotros atravesábamos la calle, comprábamos nuestro pan y, al menos yo, imposible que esperara llegar con él a casa. En la calle me lo comía para escuchar cómo ?tronaba?.

M A R T E S

Menos que antes, pero hoy seguimos festejando lo que llamamos encuentro y antes, por muchos años, Día de la Raza.

El intercambio fue equitativo: nosotros les dimos oro; ellos la lengua que hablamos. De aquel oro, nada les queda; de su lengua, que desde entonces es nuestra, nos queda todo, incluido ?El Quijote? con todas sus consecuencias.

Don Miguel de Unamuno tiene un soneto que vale la pena recordar en este día:

SANGRE DEL ESPIRITU

La sangre del espíritu es mi lengua

y mi patria es allí donde resuene

soberano su verbo, que no amengua

su voz por mucho que ambos mundo llene.

Ya Séneca la preludió aún no nacida,

y en su austero latín ella se encierra;

Alfonso a Europa dio con ella vida,

Colón con ella redobló la tierra.

Y esta mi lengua flota como el arca

de cien pueblos contrarios y distantes,

que las flores en ella hallaron brote

de Juárez y Rizal, pues ella abarca

legión de razas, lengua en que a Cervantes

Dios le dio el Evangelio del Quijote.

M I É R C O L E S

Decirle que sigo gozando su carta de septiembre es repetirle lo que usted bien sabe, pues lo mismo me viene pasando con cada una de las suyas, desde la primera. En esta ocasión he vuelto a su primer renglón una y otra vez con eso de la ?cuerda?. ?Desde hace varias semanas traigo la cuerda de escribirle?, me dice, y ese uso de la cuerda, de los tantos que tiene, nunca lo había oído, y menos en relación con mi persona, así que durante todos estos días he vuelto a ese renglón como quien va al pozo por agua.

Le agradezco sus palabras para José Luis quien, efectivamente, por sus propios méritos, viene ya colaborando con nuestro ?Siglo? cumpliendo así una aspiración para cuyo logro supo ser paciente.

He leído los dos artículos cuyas copias me adjuntó a su carta. Yo dejé de contar los años desde hace tiempo y, con ello, me va bastante bien, pues ya no los cumplo. Se han convertido en tiempo y el tiempo sólo está allí, estático, y nosotros en él. En cuanto a don Pepe fue una personalidad que sin buscarlo se salía del nivel ordinario y se imponía por sus talentos y virtudes, y usted no hizo sino recordar tales virtudes. Su sinceridad al hacerlo no pudo sino reconocerse y de allí los comentarios sobre su artículo. Como de costumbre le agradezco sus renglones y su cuerda.

J U E V E S

Enrique Heine, el poeta alemán de origen judío, murió en París en 1856 y está enterrado en el cementerio de Montmatre. Pertenecía a una familia de banqueros y sobrino de un hombre muy rico, Salomón Heine, que le desheredó por dedicarse a la literatura. El poeta decía: ?Tengo ahora el derecho a ser inmortal: he comprado en dieciséis millones mi asiento en el Parnaso.

Sufrió mucho durante su no muy larga vida. Sufrió a causa de las persecuciones, de los amores y de las enfermedades. Decía: ?Con el zumo de mis grandes pesares he hecho pequeñas coplas.

Pero fueron coplas inmortales, que se siguen leyendo muy a gusto y que, a poco que se pueda, es bueno leer en alemán, cosa no imposible, pues el alemán de Heine es relativamente fácil. Buena cosa es leerlas en alemán con una traducción española al lado.

Heine que, como se ha dicho, era de origen judío, se convirtió al cristianismo. Daba de su conversión esta explicación: Así en el otro mundo no me encontraré con ninguno de mis parientes, judíos todos.

Estuvo mucho tiempo enfermo antes de morir. Su mujer lo cuidaba. Y parece ser que el poeta dijo a un amigo que lo visitaba: Esta enfermedad me ha servido para descubrir que mi mujer se ha enterado de que su marido, o sea yo, ha publicado algunos versos en el curso de su vida.

V I E R N E S

Edmundo Goncourt era aficionado a la buena mesa. Y se cuenta una anécdota que ya se ha convertido en cuento muy aplicable en la que se dice que su médico le había prohibido comer todo aquello que más le gustaba. Los médicos hacen esto siempre, porque así entristecen al cliente, y le pueden recetar después contra la tristeza.

Contaba que una noche había encontrado a su médico en un famoso restaurante, cenando copiosamente de todo aquello que le había prohibido a él. Se le acercó y le dijo: ?¿De forma que vos, doctor, os dais el gustazo de comer todo lo que prohibís a vuestros enfermos?? Y decía que el médico, sin inmutarse, le dio esta explicación: ?Es que a mí me visita otro médico que, al parecer, sigue otro sistema?.

De uno de sus amigos, banquero, decía: ?Es un ladrón con licencia para robar?. Y cuando le preguntaban si había tal licencia, contestaba que sí, concedida por el gobierno.

Y cuando le insistían si creía que todos los banqueros, decía que sí, pero que lo hacían en defensa de su prestigio profesional. Porque si no roban, quiebran. Y esto les desprestigia.

Sobre la música le preguntaban su opinión. Y Edmundo Goncourt les contestaba que a él de la música lo que más le gustaba eran las mujeres, cuando la escuchan.

S Á B A D O

Se dice que Bush es bebedor, malo por cierto ya que, dicen también, que más de una vez lo han tenido que llevar a su casa. Cosas de juventud.

Ulises Grant, uno de los generales en la guerra de Secesión de los Estados Unidos y, más tarde, décimo octavo presidente de aquella nación, también bebía y uno de sus enemigos, que enemigos tiene todo el que triunfa, le fue a Lincoln con el chisme de que el general se emborrachaba.

Lincoln fingió interesarse por la noticia y quiso saber más detalles, por ejemplo, qué era lo que bebía, y cuando el chismoso le dijo que whisky quiso saber la marca. No la sabía el informador, pero le dijo que la investigaría.

Lincoln le dijo que cuanto antes mejor.

El chismoso quedó un poco extrañado, no lo disimuló y Lincoln le explicó su idea: Es que me procuraré algunas cajas de este whisky y mandaré botellas a mis otros generales, a ver si así ganan las batallas tan fácilmente como las gana Grant.

Y D O M I N G O

Basta asomarse por encima a la vida política porfiriana para descubrir que el lugar del Presidente, su influencia desde lo alto de la pirámide, la sumisión de los otros poderes y el estilo cortesano no han cambiado. ENRIQUE KRAUZE

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