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MIRAJES

Por Emilio Herrera

L U N E S

La foto de hoy, aunque chiquita y al calce de una tercera página nos muestra a nuestra pareja presidencial acudiendo el domingo a comer cabrito en la ciudad de Monterrey, una foto muy buena, por informal, si todavía anduviera en su campaña, pero muy mala para quien ya es lo que buscaba.

Se ve como un mexicano más y, la verdad, lo que se buscaba en él cuando se le eligió, no era a un mexicano más, encamisado y con el cuello de la camisa abierto sino a otro que nos incitara a ser como él; que se presentara bien vestido a todas horas, aún en domingo, sacrificándose con la corbata para dar ejemplo de ser algo más a los suyos, y que si tenía el capricho de comer cabrito se lo hiciera llevar a su casa o a su hotel. Hay en Madrid uno de esos sitios centenarios donde hacen los garbanzos como nadie; dicen que a Juan Carlos le gustan. Bueno, pues no va a comerlos allá, porque cuando le da por ellos allí los pide para comerlos en palacio. ¿A cuántos presidentes nuestros les gustó la comida de Prendes? Posiblemente a todos, y todos la comieron mandando que se la llevaran. Ir a comer allá, no digo que nadie fuera, y menos en la revolución, pero pocos serían.

Los presidentes, los primeros ministros, los reyes deben buscar no parecerse excesivamente a sus gobernados, al contrario mostrarse como ejemplos a seguir. Sus gobernados pueden pensar: ¡Con razón no da pie con bola, pues si es igual que yo! No que no le guste el cabrito, pero, sus pares lo comen en casa. Exhíbase cuando haga cosas grandes. No más.

M A R T E S

Como si estuviéramos nadando en dinero, al parecer no hay cumbre que ofrezcan que no agarremos, para demostrar al mundo, ¿pues para qué otra cosa?, que somos capaces de pagar eso y más para cumplir con aquello de ser “farol de la calle y oscuridad en la casa”. Y si no, allí están nuestros desempleados, mismos que en cada elección reciben de todos los candidatos promesas de trabajo, y está bien que los perdedores ni modo que les cumplan, pero, lo malo es que el ganador tampoco.

No sé cuánto podrá costar la realización de estas cumbres, pero de lo que todo mundo está seguro, y entre ellos yo, es que lo que cueste no es “baba de perico” y se paga con las contribuciones que pagamos, de mala gana si usted quiere, pero, al fin y al cabo pagamos, pensando en que habrán de utilizarse en aminorar problemas que nos persiguen desde hace decenas de años, y nada; que la realidad es que lo que sea que de allí resulte a quien beneficiará, de una manera o de otra, es a nuestro vecino norteño, como ya se verá.

Soñamos con la prosperidad, pero la prosperidad no está en cumbres ni en cosas por el estilo sino en la propia inversión y en el trabajo constante, y si no mírese a los países que la han alcanzado.

M I É R C O L E S

Dicen que un día Confucio dijo a Lao – Tse: “Yo voy en busca de la verdad”.

¿La verdad? Buscar la verdad es un trabajo inútil, y tú, Confucio, eres el primero en desear no encontrarla. ¿Qué quieres que haga la gente con la verdad? Tú dices que la buscas y tú sabes muy bien que la verdad no se encuentra buscándola, porque no está escondida, sino alrededor nuestro, en todas las cosas. No hace falta buscar la verdad (como no hace falta buscar la felicidad). Lo único que hace falta es creer en ella, creer que es verdad todo lo que existe.

Pero los hombres mienten, insistió Confucio.

Y la mentira de los hombres son sus verdades, como la verdad del cielo es el azul y la verdad del viento es el ruido que hace entre las hojas.

Confucio, después de aquella conversación con Lao Tse, estuvo tres días sin pronunciar una sola palabra, entregado a sus pensamientos.

Otro día Lao Tse dijo: Se habla mucho de humanidad y justicia, pero siempre es para ocultar otros designios. Y si se sabe el significado de humanidad y justicia ¿qué interés hay de enseñarlo a los demás que lo ignoran? Las palomas blancas son blancas porque nacen así y nunca cambiarán de color. Dios sabe lo que se hace y mejor será que se deje a su cuidado hacer de la humanidad lo que mejor le parezca.

J U E V E S

De los meses del año, al de enero lo señalan como la cuesta porque tiene que hacer frente a todos nuestros despilfarros de diciembre, en el que no ponemos límites a nuestra generosidad.

Pero, ahora, hemos visto la noticia en los diarios, se ha convertido en una especie de salvavidas para nuestros señores regidores, esos hombres que, según ellos, andaban metidos en la pequeña política sólo por ver cómo ayudaban a nuestro señor presidente municipal a salir adelante en sus proyectos en beneficio de la ciudad, pero que al ver la posibilidad de echarse sobre unos pesos sobrantes se echaron sobre ellos, y se aumentaron el sueldo.

Yo no sé cómo puede ser posible que en una administración pública sobre dinero, siendo que a cualquier peso sobrante se le puede encontrar de inmediato mejor aplicación que estos cientos de miles recibieron. Sobran causas: revísense, por ejemplo las escuelas que carecen de vidrios en sus ventanas o no tienen mobiliario adecuado, o aquellas en que sus servicios se pueden mejorar; véanse los niños que en nuestra ciudad mueren de cáncer, etc., etc.. ¿Cómo es posible que pueda sobrar nada? Pero nuestros regidores dieron por sobrados esos miles, y claro, ¿cómo iban a dejar escapar nuestros pobrecitos, y codiciosos, regidores, la tentación de sentir que los merecen y la oportunidad de echarles mano? Podían haber sugerido mejor cosa para hacer con ellos, pero, se la callaron. Son ambiciosos, no tontos.

V I E R N E S

Desde que en el siglo XVI Juan Sebastián Elcano saliera con Magallanes y unos doscientos sesenta y cinco hombres de San Lucas de Barrameda a dar una vuelta a la manzana al mundo de aquel tiempo y regresara con sólo diez y ocho después de hacerlo, no se había vuelto a dar otra noticia, tan interesante en el campo de los viajes, hasta ahora que Bush ha anunciado que lo de Marte va en serio. Se utilizarán las naves espaciales que se tienen, pero, lo más importante es que se construirán otras nuevas.

La Luna, de acuerdo con los primeros proyectos será la primera en recibir hombres que habrán de vivir y trabajar en ella, seguramente por el resto de sus vidas, para hacer posible la ocupación de Marte.

Claro, se tiene con qué. Estas cosas no podrían hacerse sin dinero, pero, sólo el dinero tampoco las hace. En realidad son hombres audaces, y Bush, lo que sea de cada quien, lo es, los que se atreven a hacer posibles aventuras de esta naturaleza, aunque las haga sólo por su afán persecutorio de la presidencia.

En fin, que los años por venir van a ser mucho muy interesantes, y será una lástima no vivir, en buen estado, desde luego, que de otra manera no valdría la pena, para el 2010, que será para cuando se complete la Estación Espacial Internacional; pero la lucha se la haremos, es cuestión de ir dejando pasar el tiempo, cosa nada difícil, pues, ya ven, ya la primera quincena de este año nuevo ya nos la echamos.

S Á B A D O

La primera Guerra Mundial y el cine hecho en Hollywood pusieron de moda los románticos aviones de dos alas, y en mi colegio Morelos allá por los treinta en el salón de cuarto año había tardes que no se hablaba más que de esas películas, más que nada porque uno de nuestros condiscípulos, Herculano se llamaba, era sobrino de Francisco Sarabia. Pero, bueno, no se hablaba de él todavía sino del famoso Barón Rojo.

En la siguiente década de quien se hablaría sería de Lindbergh, primero en cruzar el Atlántico. A propósito de éste se cuenta que cuando volvió a Norteamérica tuvo que dejarse homenajear algunas veces. En uno de los homenajes, le pusieron de compañera una muchacha, cosa que sorprendió al distinguido aviador. Pensó que ella podía tener algo que ver con los servicios de aviación. Como era hombre de pocas palabras y tímido con las mujeres, preguntó a su compañera de mesa si volaba, y ella, aturdida le contestó que no, preguntándole, a su vez: ¿Y usted?

La pregunta chocó tanto a Lindbergh que continuó hablando con la muchacha, y poco tiempo después se casaba con ella. Después contaba:

Mi mujer empezó a gustarme una vez que me preguntó si yo había volado alguna vez.

Y D O M I N G O

Dadme buen política y os daré mejores finanzas. MARIANO ARISTA

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