L U N E S
Por lo que se ve muchos mexicanos se han cansado de traer, como vio claramente en su tiempo el presidente López Mateos, metidas las manos cada uno en los bolsillos de otro; y se cansaron porque después de años de andar en esa forma tan incómoda seguían igual, es decir, sin nada más que, si acaso, tabaco en las uñas. Y los que las han sacado se han dedicado a defraudar, pero en serio a todos los que, confiando en ellos, se les ponen enfrente. Nada de feria, de cambio, de morralla. ¡Millones! Hoy se trata de millones que, por lo que se ve todo mundo, bueno, al menos, todo político tiene, aunque no se sepa cómo los hizo. Nombres, nombres que con el tiempo habían llegado a sernos respetables porque les veíamos trabajar con seriedad y cuyo crecimiento veíamos con interés para el futuro de nuestra patria, de pronto ¡Zas!, allí los vemos en los últimos noticieros nocturnos, o en los diarios mañaneros, involucrados en tales hechos delictuosos donde el dinero se mete no solamente en los bolsillos sino en portafolios donde se aprieta y apenas cabe. Pero, ¿qué es esto? ¿Qué locura ha arrebatado de pronto a nuestros políticos, incluso a los que están bien sentados en sus sillas curules, que a una carrera, acaso lenta, pero segura, prefiere la mal hecha pero inmediata aunque tenga que exponerse al escándalo?
Algo debe ser hecho, pero de inmediato, por aquellos que pueden y deben marcar un hasta aquí a este tipo de cosas, y castigarlas.
M A R T E S
El gran problema de todo lo que nos viene pasando no es sólo de desvergüenza y falta de honradez de los involucrados sino de que son tantos los que, de una manera o de otra, cuando menos sabían de todo ello guardándose el secreto, Dios y ellos saben para qué, que cuando se piensa en el futuro no se ven los hombres necesarios y suficientes para él. Al menos en la Capital todos quedaron salpicados. Lo que se dijo anticipado: la búsqueda de candidatos presidenciales, unos meses más y comenzará a ser una exigencia de los tiempos, y uno de los más importantes por las simpatías que con su trabajo tenaz, las obras que había logrado realizar en la ciudad capital, y su carisma personal, todo lo cual le daba posibilidades difíciles de igualar por cualquiera otro, se han desplomado. En otras ocasiones eso no hubiera importado mucho, siempre había habido reservas, nombres que de una manera sonaban y sonaban bien, eran conocidos. Hoy los busca y no los ve, no con suficientes méritos, ni en un partido ni en otro.
Llegado el momento en que sean necesarios, más que de la capital tendrán que salir de la provincia, gobernadores que se hayan distinguido por la labor hecha en sus Estados. Llegado el momento, el destino, lleno siempre de sorpresas, decidirá. ¿Cuántas veces ha cortado la vida del más viable para encumbrar al menos esperado? Como sea, ojalá todo esto que viene pasando sea para bien de México, para sacar del camino a quienes insistirían en tratar a México como un botín.
M I É R C O L E S
Con la primavera se despiertan con vehemencia los deseos de viajar. Todo mundo quiere ir a donde sea. Por eso es que quien hizo al mundo lo hizo diverso. Entiendo que Tomas Cook fue el primer agente de viajes, a quien se debe que el turista con su cámara fotográfica haya llegado a ser una figura inseparable de las playas, montañas, castillos y ciudades.
El desarrollo había de tener lugar inevitablemente a consecuencia de los ferrocarriles y de la nueva era de transportes rápidos, pero lo cierto es que empezó en forma inesperada. Cook era tornero de profesión, de temperamento religioso y secretario de una sociedad de templanza de Market Harborough, en los Midlands de Gran Bretaña. El 5 de julio de 1841, dieciséis años después de la fecha en que una locomotora arrastró el primer tren de pasajeros del mundo, el ferrocarril de Midland, persuadido por Cook, se dedicó a transportar pasajeros en un tren especial al punto de reunión de la Asamblea pro templanza, y regreso, al precio especial de un chelín por cabeza.
Al continuar con esos trenes especiales de templanza, Cook concibió la idea de organizar excursiones de placer y de cultura. Poco a poco su labor y la de su hijo permitió abrir casi toda Europa al turismo, o mejor dicho: al turista, término nuevo en aquellos tiempos que empezó a aplicarse a los viajeros inquietos, curiosos. Cook había puesto al mundo en movimiento.
J U E V E S
Hay que aceptar que en México no trabaja sólo el que, verdaderamente, no sabe hacer nada, porque el que algo sabe, y lo sabe bien, no tiene por qué preocuparse. Ahí está de prueba Elba Esther Gordillo, que aunque le hubiera gustado, como a cualquiera tomarse unas vacacioncillas, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, aunque no tenían nada que ofrecerle de inmediato ni tardos ni perezosos crearon la presidencia de su agrupación para ofrecérsela, y ella, claro, no iba a desairarlos, así que ya la tenemos ocupada. Bueno, desocupada nunca ha estado, porque es maravillosa cómo estira su tiempo, porque como se sabe la secretaría general de su partido también pesa sobre sus hombres.
Si otra cosa no es capaz de enseñarles a los profesores para que sean mejores y enseñen más a los estudiantes, cuando menos esto de acaparar trabajo por todos lados sí puede hacerlo. Ojalá y no se decida a hacerlo, porque si de por sí nuestros desempleados son cada día más, no hay más que imaginar qué pasaría cuando todos nuestros profesores comenzaran a conseguirse dos o más aparte del que tienen. Ella dice que por encima de todo lo que ella es, es maestra. De ello no cabe duda. Lo tiene muy bien probado. Y no sólo de banco. Qué enseñar le sobra. Y seguramente con esto alcanza la maestría en lograr Secretarías y Presidencias de todo lo que se le pegue la gana en esta nuestra república. Para que aprendan nuestros desocupados lo que es saber algo, pero saberlo bien.
V I E R N E S
Vistas así las cosas, es decir, desde ahora, el centenario de nuestra ciudad está lejano. Fíjate: ¡de aquí hasta el siete! Tres años. ¡Un chorro de ¡años! Pero, chorro o no chorro, tres años horita pasan. Mala suerte hemos de tener si no los vemos. Por lo tanto, no sólo hay que ir planeando, hay que ir comenzando a hacer cosas, cosas que les hablen a los que vengan de cómo empezó esto, de su origen agrícola, y de los hombres que, enamorados de esta tierra la fertilizaron, la hicieron producir y la ciudadanizaron. Alguna vez lo dije de otra manera:
. . . ciudad que pudo ser por la inflamada visión de algunos hombres.
Como a las grandes urbes, amamantola un río.
Le dio su vervio y su destino
el precursor que desmontó su primer campo;
corazón entero frente al área rescatada,
midió la longitud de su primer surco
la fuerza de su brazo.
De surcos como aquél,
como un capullo más,
como un sueño soñado con vehemencia,
como un acto de amor, puro y sencillo,
surgió Torreón, ciudad que habito enamoradamente.
S Á B A D O
Por años la impunidad ha imperado en la república. Todo se ha dejado pasar. Las investigaciones “caiga quien caiga” jamás fueron más allá de la mentira y de la farsa. Pequeños y grandes han caído sin que sus victimarios hayan sido castigados, aunque tales víctimas se saquen de vez en cuando para aprovechar su valor como bandera, sobre todo con la aproximación de nuevas campañas políticas.
La violencia sólo nos perjudica, no sólo por los dramas que entre nosotros provoque sino, y esto es muy importante, sino porque nos quita posibilidades de ser atractivos para la inversión extranjera y aún para la misma nacional, en momentos en que una y otra nos ayudarían grandemente a suavizar el problema del desempleo.
El atentado que acaba de sufrir el gobernador de Oaxaca, así como sorprender mucho no sorprende a nadie. Una situación como ésta se veía venir por sus pasos contados. Le toco a él, pero pudo tocarle a cualquier otro político en ejercicio o no. Están bien los derechos humanos y todo lo que se quiera, pero un país no puede vivir sin aplicar oportunamente castigos ejemplares como una advertencia para los que abusan de la libertad.
Y D O M I N G O
El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley; la felicidad común debe ser su norte, e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley; sólo debe distinguir el mérito de la virtud para recompensarlos; al vicio y al crimen para procurar su castigo. BENITO JUÁREZ