Torreón Calidad del aire Peregrinaciones Tránsito y Vialidad

MIRAJES

Emilio Herrera

L U N E S

¿Vieron ustedes la foto a colores de hace ocho días en esta misma página? Era la de miles, entre hombres y mujeres, que hicieron lo que hicieron creyendo que no pasaría nada. Nada de lo que todos pensaron que pasaría: que sus anticonceptivos les librarían, a ellos de embarazar, a ellas de quedar embarazadas. Y ahí, se ven marchando, protestando, por algo que si a tiempo hubieran dicho: “Dice mi mamá que siempre no”, no tendrían que sentir tan viva y profundamente que hasta a marchar, que tampoco les servirá de mucho, les ha llevado.

Hay que reconocer que el hombre en sus laboratorios ha hecho lo que hasta hoy ha podido para evitar que, al menos a la mujer, que es la que paga el pato, le salga el tiro por la culata y venga lo inesperado por culpa de una ingenuidad fuera de siglo, pues, los artificios no le han salido seguros al ciento por ciento a los científicos.

Por supuesto que, si el Señor hubiera querido que las cosas fueran diferentes a como suceden y evitar a las parejas marchas como la comentada, nadie tendría que preocuparse por nada al respecto. Pero, no lo quiso, aunque, seguramente, tampoco quiere el aborto, así que estarse quietos es lo mejor, y no pensar que al cabo no pasa nada cuando lo que se hace es, quiérase o no, para que pase. A otro perro con ese hueso.

M A R T E S

En nuestro país, aquí lo hemos dicho muchas veces, no se castiga a nadie por excesivos o grandes que hayan sido sus delitos. Para botón, uno que no deja mentir: Ángel Isidoro Rodríguez Sáenz, “El Divino”.

Perseguirlo costó a los mexicanos un dineral. Como se hospedaba en los mejores lugares, para no perderlo de vista lo propio hicieron sus perseguidores, para que no fuera a quedar por eso.

Fue banquero y, a partir de entonces, los banqueros acabaron por perder el poco prestigio que les quedaba. Se hizo famoso por prestar a los que no tenían en qué caerse muertos, o poco menos. 440 millones le costó tal política al banco que dirigía, y aunque hoy, después de acostumbrarnos a una frecuencia de fraudes mayores y a que, para que no nos metan miedo nos los mencionen en dólares y nos parezcan baba de perico, aquellos millones, cuando se mencionaron por primera vez casi nos hicieron creer que el sistema bancario se tambaleaba. No pasó nada. Como no pasó cuando apresaron al “Divino” y lo trajeron al país. Ocho años han pasado desde entonces y el hombre el próximo pasado día doce de este mes de Abril ha quedado totalmente libre de cargos, como si nada. Lo de siempre: los acusados son defendidos siempre por los mejores abogados y el Poder Judicial, no sé por qué jamás da una.

De los 440 millones ¿quién sabe? ¿Queda algo?, no queda nada, y si queda dónde está, y de quién terminan siendo? De eso, nadie dice nada. No hay que ser. Si para los hombres no hay castigo, de la lana al menos, algo debe decirse. ¿O es que todos son magos?

M I É R C O L E S

Sucede que hasta el mismo señor Presidente Fox se impacienta y “reclama cárcel para los corruptos”. Y sucede, también, que cuando era candidato sus partidarios le leían, o al menos intentaban hacerlo, el pensamiento, y hoy no actúan ni sugiriendo las cosas tan directamente.

La figura presidencial como que ya no cuenta. Los que están en el gobierno andan muy ocupados echando cuentas – y se decía que ellos no iban a hacer eso – del tiempo que se les ha ido y del que les queda, y como sus cuentas les revelan que no les queda tiempo para más que para cuidar de que los Imaz, los Bejaranos y otros por el estilo no vayan a manchar su imagen, no escuchan las voces del señor Fox, o ya no las quieren oír que es lo que hace a los mejores sordos.

En los tiempos de Calles, Obregón y esas gente cuando se quería hacer “justicia” a “gente grande” se les mandaba de una prisión a otra, haciéndola en el intento de fuga de los presos, que no fallaba. Y, por supuesto, que esto no es recomendable, pero tampoco lo contrario, es decir, no hacer nada para castigar a culpables. Lo que decían nuestros abuelos: “Ni tanto que queme al santo (que es lo que antes se hacía), ni tanto que no lo alumbre (que es lo que hoy se viene haciendo). Justicia a secas, y punto.

Libertad al que la merezca y cárcel al culpable.

J U E V E S

Si la consigna de una patria chica es una alma grande, a una patria grande no le queda otra que tener una alma chica. Resulta que, no por nada Bush y los suyos andaban tan seguros de que iban a encontrar armamento químico en Iraq, pues, ¡cómo no!, si ellos mismos se lo habían vendido con anterioridad; pero, con lo que no contaban era con lo despilfarrados que Hussein y los suyos fueron con tal material bélico en su guerra con Irán, motivo por el que, no obstante su búsqueda exhaustiva, en Iraq no encontraron nada de lo que estaban seguros encontrar, pues ellos lo habían vendido. Sencillamente, echaron mal sus cálculos. Si el negocio de ellos está en vender materiales de guerra, el de Hussein estaba en gastarlos cuanto antes, para volver a comprar. Pero, era tanto, lo que les habían vendido que no creyeron que se lo hubieran acabado.

Total que el pueblo grande con alma chica acaba de ser condenado a pagar una millonada de dólares por haber facilitado a Hussein, cuando eran sus cuates, esos materiales químicos que tiempo después fueron a buscar a Iraq, pegándose chasco, y tiempo después tuvieron que conformarse con la búsqueda y encuentro de Saddam Hussein, al que hoy tienen preso, por lo que mañana o pasado pudiera servirles, si es que todavía llega a servir de algo en aquel revoltijo de intereses, analfabetismo y miseria, donde se odia al imperialismo, pero no deja de pensarse en cómo hacerse de dólares.

V I E R N E S

Mi amigo que sabe de pintura y de pintores, me cuenta sobre los amores de Rafael con la Fornarina, muchacha hija de un panadero, que fue durante años modelo y amante del pintor. A la Fornarina se le acusó de haber sido la causa de la muerte prematura de Rafael, no por asesinato, sino por exceso de amor. La Fornarina fue, pues, una cortesana cuyos besos ardientes devoraron la fuente de la vida de Rafael. Eso dicen, pero lo cierto es que en la intimidad de Rafael y su amante, hay un misterio que nunca ha sido aclarado por completo.

Ya muerto Rafael, las tropas españolas y alemanas saquearon Roma y estropearon algunas de las pinturas del Vaticano. Después el Papa encargó a Sebastián del Piombo que las recompusiera hasta dejarlas como antes. Y entonces visitó el Vaticano por primera vez el Ticiano. Vio a un hombre que pintaba algo sobre una pintura de Rafael y empezó a gritar: ¡No! ¡No! ¡Jamás! Se reunió gente. Le llevaron a presencia de un capitán de la Guardia Vaticana. Y él gritaba: ¡Nunca mientras viva consentiré que un imbécil estropee con sus pinceles las obras maestras de Rafael!

Su primera obra es un ex voto que se conserva en el Museo de Liverpool. Lo pintó cuando tenía doce años, en la bodega de la casa que había sido de su padre y que le sirvió de taller. Algunos elogiaron el cuadro en presencia del niño pintor y Rafael, sin darle importancia, advirtió: Puedo hacerlo mejor.

S Á B A D O

A veces siente uno nostalgia de volver a hacer lo que ya hizo. Es decir, de volver a ser joven.

Es cierto que, por lo que sea, o por quien sea, yo no he dejado de serlo, si no mienten los que afirman que joven se es de corazón. Venido el caso, no sólo no he dejado de ser joven: de allí, del corazón, no he dejado de ser niño.

Conservar joven sólo el corazón lo descubre el hecho de que cuando piensas en tus amigos y los llamas a tu lado, la mayor parte ya no existe.

Alguien me preguntaba no hace mucho: ¿Por qué ya no hace hoy lo que antes hacía? ¿De veras, verdad, me entusiasmaba? Y pensando en mis amigos más cercanos y nombrándolos, comprobaba, uno por uno, que la gran mayoría no existen ya, es decir, no tendría equipo. Pero, tampoco yo estoy completamente, no digo joven, sino vivo. No están del todo jóvenes mis rodillas, ni mis oídos, ni mis ojos, ni mi memoria. Me quedan jóvenes el tacto, el gusto y el buen gusto y pocas cosas más, como mis libros y este diario garrapatear por el que algún joven lector me recordará algún día cuando ya me haya ido.

Y D O M I N G O

El drama de este país es que no hemos acabado de vencer a la serpiente. JOSÉ CLEMENTE OROZCO

Leer más de Torreón

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Torreón

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 86301

elsiglo.mx