Pekín, (EFE).- La catedral católica de Pekín vive estos días una polémica porque varios medios de comunicación aseguran que su párroco planea cobrar entrada a los feligreses que acudan a la Misa de Gallo del 24 de diciembre, informó la prensa local.
El párroco de la catedral de la Inmaculada Concepción, Ren Lijun, negó en declaraciones al diario "South China Morning Post" que fuera a cobrar a los asistentes a la misa de la víspera de Navidad.
Varios "medios de comunicación extranjeros", cuyos nombres no fueron dados por el periódico, informaron de que los asistentes a la celebración deberían pagar una "donación" mínima por valor de 50 yuanes (seis dólares) para entrar en la iglesia.
Aunque muy pocos chinos se declaran católicos (unos 5 millones según cifras oficiales, menos del 0,5 por ciento de la población) la Misa de Gallo en Pekín es todos los años un éxito de público, y las colas y empujones para asistir a ella son cada vez mayores.
La razón es que muchos jóvenes chinos influidos por la cultura occidental opinan que ir a esa misa es una de las mejores formas de celebrar las Navidades, una fiesta que pese a ser "extranjera" es muy popular en Pekín y otras grandes ciudades.
La catedral de la Inmaculada Concepción, situada en el sur de Pekín (en la misma avenida que da a Tiananmen, pero varios kilómetros al oeste), es una de las dos que la iglesia católica oficial tiene en Pekín.
La iglesia, la más antigua de China, fue construida por los jesuitas en 1650, aunque se incendió en 1775 y 1900 y tuvo que ser reconstruida en 1904.
En China conviven la iglesia católica oficial, reconocida y controlada por el Partido Comunista Chino, y otra clandestina que proclama su dependencia del Vaticano y no de los líderes chinos.
