Agencias
BAGDAD, IRAK.- Un dinamitero suicida detonó ayer 450 kilos de explosivos colocados en una camioneta frente al cuartel general de las fuerzas de ocupación de Irak, dejando 25 muertos y más de 60 heridos, en su mayoría iraquíes.
El ataque, a las ocho de la mañana en una gran arteria céntrica de la capital iraquí, fue el más mortífero desde la captura de Saddam Hussein el 13 de diciembre. Se produjo en la víspera de una reunión del administrador civil estadounidense con el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, para pedir la ayuda del organismo mundial en la reconstrucción del país.
Un vocero militar estadounidense, que habló con la condición de no ser identificado, dijo que murieron unas 25 personas y 63 resultaron heridas.
El Ejército dijo inicialmente que dos de los muertos eran estadounidenses que trabajaban para el Pentágono, pero posteriormente se retractó de la declaración diciendo que se desconocían sus nacionalidades, aunque no eran empleados de Pentágono.
Entre los heridos había tres civiles y tres soldados estadounidenses. Se cree que el resto de las víctimas eran iraquíes.
La bomba explotó frente a la llamada “Reja de los Asesinos”, que conduce al antiguo complejo del Palacio Republicano de Saddam, el cual es usado actualmente por vehículos militares estadounidenses, además de cientos de iraquíes que trabajan para la ocupación.
La puerta del complejo incluye un arco construido hace algunos años por órdenes de Saddam a imitación de aquellos que protegieron a Bagdad de invasores persas en épocas antiguas. Fue rebautizada “Reja de los Asesinos” por soldados estadounidenses luego que capturaron la capital en abril.
El Consejo de Gobierno iraquí atribuyó el “crimen atroz” a terroristas aliados de Saddam.
“Este es un estigma más en la frente del régimen de las fosas comunes y sus aliados terroristas que no dan valor a las cosas sagradas y la vida humana”, dijo una declaración leída por el vocero Hamid al-Kafai.
El administrador estadounidense Paul Bremer, quien se encuentra en Estados Unidos para conversar con Annan, consideró que el atentado representa “otra señal clara sobre las intenciones asesinas y cínicas de los terroristas por socavar la libertad, la democracia y el progreso en Irak”. “No tendrán éxito”, advirtió.
Bremer debe reunirse hoy lunes con el secretario general de la ONU. Ambos discutirán posibles soluciones a un impasse político en torno al plan estadounidense de entregar el poder a un Gobierno provisional iraquí el 30 de junio.
Annan ordenó retirar todo el personal internacional de la ONU de Irak luego de dos atentados contra la sede de la organización. En uno de ellos, murió el enviado especial de la ONU, el brasileño Sergio Vieira de Mello, y otras 19 personas. Varias docenas más resultaron heridas.
El coronel Ralph Baker dijo que los explosivos fueron colocados dentro de una furgoneta blanca. Descartó las versiones de algunos testigos de que más de un vehículo estuvo involucrado.
“No hubo un segundo coche-bomba”, aseguró Baker.
El general de brigada Mark Hertling dijo que la explosión sobrevino “literalmente en el último punto al que un vehículo podía llegar sin ser detenido. Las barreras (del complejo) absorbieron buena parte de la explosión”.
Un testigo, Sala Farhan, relató que acompañaba a algunos colegas que pasaban por el retén cuando uno de los vehículos trató de invadir el primer lugar de la fila.
Las tropas estadounidenses que vigilaban la entrada se parapetaron cuando el vehículo trató de avanzar al frente de la fila. Un instante después, ocurrió la explosión.
El área es una de las más vigiladas en la capital. Los soldados estadounidenses que resguardan la reja suelen apostarse a unos 20 metros de la calle, detrás de barreras de concreto y alambre de púas.
Karar Abas, un efectivo de la defensa civil iraquí, afirmó que la explosión destrozó siete automóviles estacionados en la calle.
Por lo menos tres incendios eran visibles en la zona. Un hombre quedó tendido, inerte, al lado de la calle, mientras soldados y civiles trataban de socorrer a los heridos.
La explosión se escuchó hasta las márgenes del río Tigris, que corre por el centro de esta ciudad de cinco millones de habitantes. Una densa niebla matutina cubría la capital.