Guerra entre bandas criminales llena de sangre la prisión Benfica de Janeiro.
AGENCIAS
RÍO DE JANEIRO, BRASIL.- La rebelión de los 800 presos de la Casa Penitencial Benfica, comenzada el sábado pasado en la zona norte de Río de Janeiro, acabó en tragedia tras haber mantenido a 36 personas como rehenes durante 62 horas.
La rebelión, que acabó la noche del lunes tras la intervención de Marcos Pereira da Silva, de 47 años, pastor evangélico de la Asamblea de Dios de los Últimos Días, dejó un balance de 38 muertos entre los presos, según datos del Gobierno de Río, decapitados o quemados en la mayor parte. Entre los rehenes, sólo un agente de custodia había sido ejecutado. Los demás fueron liberados.
Los presos de las diferentes facciones criminales que conviven en la cárcel de Benfica acabaron matándose entre ellos. Según fuentes policiales, la rebelión fue liderada por miembros del Comando Vermelho (Comando Rojo), una antigua y poderosa organización criminal que controla el tráfico de drogas en la mayoría de las favelas de Río de Janeiro desde los ochenta.
Se cree que los presos que resultaron muertos, según las autoridades, formaban parte del Tercer Comando, una organización criminal que se ha convertido recientemente en el principal adversario del Comando Vermelho en Río de Janeiro.
Precisamente una de las reivindicaciones de los detenidos era la separación en penales diferentes de dichas facciones, que disputan el control de los presos de las diferentes cárceles del país y controlan parte del tráfico de drogas fuera de la cárcel. Las fuerzas del orden encontraron en manos de los presos varias pistolas, fusiles y escopetas.
Esa rivalidad ha convertido a una extensa zona de la ciudad en la que se cruzan las principales vías arterias de Río de Janeiro -bautizada como “Franja de Gaza”- en lugar de constantes tiroteos. En su comunicado, las autoridades reconocieron que la guerra en las favelas que ha hecho de Río de Janeiro en una de las ciudades más violentas de Brasil fue trasladada nuevamente a las prisiones.
Ello debido a que la gobernación regional puso fin a su política de recluir en cárceles diferentes o por lo menos en pabellones separados a los presos del Comando Vermelho (Comando Rojo) y a los del Tercer Comando.
El Comando Vermelho, cuyos miembros lideraron la rebelión en Benfica, es considerada la mayor organización criminal de Brasil, pese a actuar casi exclusivamente en Río de Janeiro y controla el tráfico de drogas en la mayoría de las favelas de la ciudad.
El Tercer Comando, asociado a bandas menores como Amigos de los Amigos, se ha convertido en el principal rival del Comando Vermelho, con quien disputa el control de varias barriadas pobres.
El Comando Vermelho nació precisamente en las prisiones de Río de Janeiro cuando, en la década del setenta, los gobiernos militares juntaron en las cárceles a presos comunes con presos políticos. Los segundos enseñaron a los primeros la importancia de organizarse y tácticas de guerrilla.
El procurador para el sistema penitenciario en Río de Janeiro, Eduardo Gomes Morais, afirmó que lo ocurrido en Benfica es un campanazo de alerta de lo que puede repetirse en otras cárceles, en donde presos de organizaciones rivales también han sido mezclados.
“La situación en Bangú (el mayor presidio de Río de Janeiro) es semejante, con integrantes de grupos rivales juntos en la misma unidad”, afirmó el procurador.
Bangú fue escenario en septiembre de 2002 de una disputa similar entre ambas organizaciones que dejó cuatro muertos, pero en la época los presos rivales estaban recluidos en galerías diferentes.
En esa época, los presos del Comando Vermelho liderados por el narcotraficante Luiz Fernando da Costa, conocido como Fernandinho Beira Mar y considerado el mayor “capo” brasileño, invadieron las celdas vecinas para eliminar a cuatro jefes del Tercer Comando.
La matanza en la Casa de Custodia de Benfica, la mayor de presos ya registrada en una cárcel de Río de Janeiro, tan sólo fue descubierta el lunes por la noche, cuando los amotinados entregaron las armas y liberaron a sus rehenes, que llegaron a ser 36 y la policía ingresó a la cárcel.
Hasta entonces sólo se conocía de la muerte de uno de los rehenes, un guardia carcelario que el domingo fue tiroteado por la espalda en presencia de los representantes que el Gobierno regional había enviado para negociar con los amotinados.
Mientras tanto, los vecinos del barrio residencial donde está ubicada la Casa de detención Benfica seguían ayer en pánico, tras haber constatado la fragilidad de la prisión de donde escaparon 14 presos por la puerta principal, lo que había dado lugar a la rebelión posterior. Cinco de los colegios del barrio habían cerrado sus puertas y algunas de las familias se habían ido a dormir a otros barrios de la ciudad.
El secretario de Seguridad de Río, el evangélico Anthony Garotinho, esposo de la gobernadora de Río, Rosinha Garotinho, ha sido duramente criticado por no haber sabido desde el primer momento tomar el control de la situación.
La policía cree que la matanza comenzó el sábado, junto con la rebelión, y fue ocultada por los amotinados, que en sus reivindicaciones exigían el traslado a otras prisiones de los miembros del Tercer Comando.
“Trasladen a los alemanes (enemigos)”, decían carteles improvisados en sábanas colgadas en las ventanas de la prisión.
El motín fue facilitado por un grupo de pistoleros que atacó a tiros a los guardias de la Casa de Custodia y permitió la fuga de 14 presos, cuatro de los cuales ya han sido capturados.
Los internos que pretendían huir y que no alcanzaron a hacerlo aprovecharon las armas en su poder para asumir el mando dentro de la cárcel, que tiene capacidad para mil 300 presos y en donde había 800 hasta la semana pasada.
ESCUELAS DEL CRIMEN
El motín en la cárcel de Benfica comenzó el sábado, después que un grupo de pistoleros atacara a tiros a los guardias de la Casa de Custodia de Benfica para facilitar una fuga masiva.
*La guerra de las dos organizaciones criminales que se disputan el control del tráfico de drogas en las favelas de Río de Janeiro provocó una masacre con 30 muertos en una cárcel de la ciudad, según confirmaron ayer las autoridades.
*La prisión de Benfica era un cuartel de la Policía Militar convertida deprisa en cárcel para poder atender al enorme número de detenciones en Río, donde las presiones están todas hacinadas de presos. Según un informe de la Fundación Getúlio Vargas, casi el 70 por ciento de los presos de Río son jóvenes negros o mulatos, con pocos estudios y entre 20 y 30 años.
*Según el ministro de Justicia, Thomas Bastos, muchos de los penales de Brasil son escuelas del crimen. Conforme a la opinión del ministro, la solución sería buscar penas alternativas para los reclusos, preparar profesionalmente a los responsables de custodia y acabar con las cuadrillas organizadas dentro de los penales. Ésta fue una de las promesas del presidente Luiz Inácio Lula da Silva al llegar al Gobierno.
FUENTE: Agencias