Madre y padrastro se encuentran detenidos
EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- El verdugo estaba en casa. Paola Noemí, de dos años, terminó tendida en la cama, el pequeño cuerpo sin vida fue abrazado por su joven madre. El padrastro dijo que la muerte fue natural y la iban a enterrar al día siguiente. El padre biológico de la menor se presentó en la velación y llevó a la niñita a su natal San Pedro. Ahí fue enterado de la brutalidad: Paola fue asesinada a golpes. La mujer y su amante están detenidos.
Jesús de la Cruz Elizalde de 21 años, adicto a la mariguana, ex trabajador de una maquiladora, afanador político, residente de Bermejillo, está señalado y confeso del asesinato de su hijastra Paola Noemí Muñiz Rangel. El crimen ocurrió la noche del sábado 31 de enero.
Elia Yesenia Rangel Hernández de 22 años, ama de casa, ex trabajadora de una maquila, separada del padre de Paola hace dos años, conoció a Jesús hace ocho meses y tenía seis de vivir juntos. Elia toleraba las palizas que su nuevo hombre le propinaba a su pequeña, nunca denunció las agresiones.
Los dos idearon el plan para encubrirse. Jesús lo afirma, Elia lo niega, pero juntos acudieron ante un descuidado presidente de la Junta Municipal de Bermejillo, quien sin tener la cautela de analizar los hechos o notificar a la policía local, autorizó el entierro de la pequeña.
El argumento: murió de pulmonía. Era la versión que promulgaba el homicida. Su mujer ?se tragó? el dicho. La pareja estuvo a punto de librar la culpa ante la negligencia de la autoridad de Bermejillo, pero la intervención de Héctor Manuel Muñiz García, padre de la occisa, permitió descubrir el crimen.
Muerte ?natural?
La detención y el esclarecimiento del homicidio de Paola Noemí fue dado a conocer por el comandante de la Policía Ministerial, Gilberto Estrada Quiñones. En la investigación se contó con la importante colaboración de los ministeriales de San Pedro, Coahuila, quienes establecieron contacto de inmediato al contar con sospechas sobre la muerte de la pequeña.
Con el fin de no entorpecer las indagatorias sobre el crimen, se omitió la más mínima información al respecto. La medida tuvo resultados. En cuatro días se ubicó y se detuvo al presunto homicida. Los dos involucrados viven en la calle González Ortega número 30 de Bermejillo y quedaron a disposición del Ministerio Público.
Detallando los hechos, el comandante dio a conocer que la muerte de la niña ocurrió la noche del sábado 31 de enero, aparentemente, Elia no estaba en casa, Jesús andaba drogado, el llanto de la niña lo aturdió y empezó a golpearla con los puños, los lamentos aumentaron y la agresión también.
A Jesús esta vez se le pasó la mano. Aventó contra la pared a Paola y cayó en la cama inerte, su boca sangraba, el asesino tocó a su víctima, su alteración mental cambió al comprender su acción, pronto pensó en una mentira.
Elia dice que no estaba en casa, que andaba con su suegra recogiendo una despensa que le iban a dar por participar en un mitin político. Dice que cuando llegó a su casa vio a su niña bocabajo en la cama, no se movía, volteó su cara y cuestionó a Jesús: ?Se murió de los pulmones, mira hasta tiene sangrita en la boca?, respondió el padrastro.
Alterada por la muerte de su hija, Elia asegura que la abrazó mucho tiempo y no reparó en revisarla, ni siquiera le cambió su ropa. Así se fueron con el presidente de la Junta en Bermejillo e informaron de la defunción natural.
Según el reporte del médico legista, la pequeña falleció a consecuencia de los múltiples golpes recibidos en diferentes partes del cuerpo, fractura de cráneo, estallamiento de vísceras, con lesión severa en el hígado: Todo producto de la última paliza.
Jesús se arrepiente
Abordado durante su aislamiento en la Policía Ministerial, Jesús narra los hechos: ?Fue un momento de loquera, le pegué de más, la maté?. Jesús acepta que no era la primera vez que le pegaba. ?Es que la niña era lloroncita y yo me desesperaba?.
Por el homicidio cometido, Jesús dice que no tiene palabras, antes de responder solloza, se lleva la mano derecha a la boca, con la otra se sostiene de un barrote, echa su cabeza atrás y alza la mirada como si buscara una respuesta.
Además del crimen, Jesús tiene una enorme preocupación: Elia tiene cinco meses de embarazo. Va a tener una hija de ambos, será padre por primera vez. Sobre la suerte de su hija calla, le brotan lágrimas y sigue en silencio.
Jesús ignora los pensamientos de Elia, pero se dice arrepentido, vuelve a llorar por lo que hizo, dice que se merece la muerte. ?Me quiero quitar la vida?, balbucea mientras se lleva una mano al cuello simulando un corte horizontal.
Elia no perdona
?Cuando Jesús agarraba a la niña, ella siempre lloraba, le tenía miedo, él decía que no, que le tenía celos porque estaba con ella?, cuenta Elia y agrega ?ése día (del homicidio) fuimos a una campaña, estaba afuera jugando con la niña, él se la llevó al cuarto y de pronto la niña lloró y sangraba mucho de la boca. Jesús dijo que se cayó de la cama y se pegó?.
Elia dice que dejó a Héctor Manuel porque tomaba mucho. Jesús es adicto y dice que una vez pensó dejarlo. ?Un día le dije, te voy a dejar, pero él me dijo: si te vas me voy a colgar?.
La joven madre habla con la cabeza baja, piensa mucho y dice: ?Me arrepiento de haber estado con él, de haber llevado a mi hija?.
Respecto a la opinión de Jesús estalla: ¡No lo quiero ver! Si lo miro lo mato, le tengo un coraje... le tengo un odio. Estoy embarazada y juro que lo aborrezco... aborrezco a esta niña que traigo aquí.? La niña de Jesús se va llamar Lizbeth. ¡Pero no la quiero!, Grita Elia.
El cuatro de febrero, Jesús y Elia cumplen ocho meses de conocerse, el tiempo pasó y en realidad la vida de cada uno cambió. Hoy están ante la autoridad y deben responder por haber segado la vida de una pequeña de dos años.