Elie Saab cierra la semana de la Alta Costura
La semana de desfiles de Alta Costura francesa para la Primavera Verano de 2004 terminó ayer con una jornada oriental y mitológica, animada con rock por Dupre Santa Bárbara y con sublime elegancia por Ralph Rucci.
El modisto estadounidense protagonizó el gran momento del día y el gran final de la mini-semana de colecciones del lujo máximo francés, junto con el libanés Elie Saab.
Con Elie Saab, la alta costura francesa se fue a Oriente Medio o más bien, trajo una importante representación de esa región del globo, pues gran parte de la asistencia sobre todo femenina del desfile procedía o había viajado expresamente a París para contemplar sus creaciones.
El pase comenzó con casi una hora de retraso, lo que sirvió para darle aún más expectación, pese a que la clienta más célebre del modisto, la reina Rania de Jordania, no estaba allí.
Sí contempló el desfile, en cambio, una compatriota del artista, la esposa del primer ministro libanés, Nazek Hariri, quien fue también la mujer más fotografiada y admirada durante la larga espera.
Y la primera en ponerse en pie, entusiasmada, cuando tras cinco fastuosos y escotados vestidos de novia, bordados de arriba abajo, como casi todos los modelos presentados, Elie Saab subió a la pasarela para saludar a su público.
Con timidez y prudencia, una de las integrantes de un vistoso grupo de féminas de todas las edades que se desplazaban siempre juntas, explicó a que habían viajado desde Kuwait para la ocasión, pese a no ser ni princesas ni millonarias, pues “los modelos de Elie Saab no son tan caros como se cree’’.
Difícil de creer tras contemplar sus bellísimos modelos aptos para las mil y una noches, pero, curiosamente, en sintonía con la opinión de los expertos europeos en la materia.
En efecto, la alta costura francesa, en su particular lucha por la supervivencia, parece haberse vuelto más accesible a un público deseoso de realzar un momento especial de la existencia con un vestido de ensueño.
Toda una suerte para las amantes del lujo total, que en el caso de Elie Saab se encuentran entre la aristocracia de los países del Golfo y los grandes estudios de cine estadounidenses y europeos.