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Nacionalismos/Plaza Pública

Sergio Sarmiento

“El nacionalismo es una enfermedad que se quita viajando”. Pío Baroja

MADRID, España.- No puede haber distintas naciones dentro de la nacionalidad española. Ésta fue la posición que Pío García Escudero, el portavoz o coordinador de los senadores del Partido Popular de oposición, fijó como crítica al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en la primera comparecencia de éste ante el Senado español el 17 de noviembre. A este cuestionamiento Rodríguez Zapatero respondió que el concepto de nacionalismo, el más discutido en la ciencia política contemporánea, no se debe abordar con fundamentalismo.

De alguna manera sorprende que se aproveche una reunión del Senado español para hablar de nacionalismo y nacionalidad. Pero ésa es una discusión que está teniendo lugar en todo el mundo. En el caso de España la discusión es particularmente urgente porque el país alberga a varias “naciones” o pueblos con características e idiomas distintivos, como el catalán, el gallego y el vasco. Pero ningún país puede evitar la discusión. El mismo 17 de noviembre en que tuvo lugar esa discusión en el Senado, un profesor de la Universidad de Barcelona, Antón Costas, se preguntaba en un editorial en El País: “¿Qué nos une, ahora que no tenemos moneda ni aduanas?” Costas recordaba que en 1869 se consolidaron las aduanas nacionales y se creó la peseta como moneda única española. Unas y otra permitieron consolidar el Estado español a fines del XIX. Pero hoy España tiene que “reinventar” su nacionalismo ante su pertenencia a la Unión Europea.

En México también se habla de nacionalismo y de soberanía. Sólo que nuestros políticos, en lugar de reinventar los conceptos, insisten en mantener una visión del siglo XIX. Los políticos mexicanos siguen creyendo que la soberanía de un pueblo radica en el número de monopolios que posee el Gobierno.

Durante el VI Foro de Latibex, el mercado de acciones de empresas latinoamericanas de la Bolsa de Madrid, entabló una conversación con el presidente de una importante empresa colombiana de transmisión de electricidad. La firma que él encabeza cuenta con participación del Estado, pero también con accionistas privados, muchos de los cuales han comprado sus acciones en el mercado bursátil. La firma opera como cualquier otra empresa privada, con un consejo de administración que busca preservar el buen desempeño corporativo y representar a todos los accionistas. Este ejecutivo me señala que en Colombia la generación de electricidad está completamente abierta a la inversión privada, como lo están también la distribución y la comercialización final. Sólo en la transmisión mantiene el Estado un papel importante.

Poco después hablamos de México, un país en el que persiste, como sabemos, un monopolio formal en generación, transmisión, distribución y comercialización de electricidad. México está cada vez más aislado en el mundo, me dice. Casi ningún país mantiene un monopolio eléctrico como el mexicano. Pero añade que el sistema tendrá que cambiar más temprano que tarde, ya que la economía mexicana no puede sobrevivir así. Yo asiento en silencio pero incrédulo, porque sé que muchos políticos mexicanos están dispuestos a lo que sea para mantener el actual sistema sin considerar el daño que le hacen al país.

En España esta discusión ha sido superada, si es que alguna vez existió. Las empresas de petróleo, electricidad, gas, gasolina y petroquímicos son todas privadas. Lo mismo ocurre en los demás países prósperos del mundo, como Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y las naciones de la Unión Europea.

Nadie piensa que la propiedad privada de las empresas del sector energético afecte la soberanía. Todos entienden que la soberanía de un país, la fortaleza ante las injerencias de fuerzas externas, se fortalece cuando la nación es más próspera y le da un mejor nivel de vida a su gente. La discusión sobre nacionalismo y soberanía es más profunda que la nuestra, mucho más sutil.

En México debemos retomar esta discusión. Tenemos que entender lo que nacionalismo y soberanía significan en la nueva economía mundial. Pretender que podemos aferrarnos a una visión del siglo XIX, que nos dejará cada vez más pobres y menos competitivos, es no entender cómo funciona la economía.

México, después de todo, no puede ser soberano si sigue teniendo a la mitad de la población sumida en la pobreza.

Lavado de dinero

El juez ha tenido toda la razón al denegar el proceso de René Bejarano por lavado de dinero. La fiscalía tiene un video que comprueba que Bejarano recibió un dinero en efectivo de Carlos Ahumada. Para comprobar lavado de dinero, tendría que demostrar que ese dinero era ilícito de origen. Pero no hay nada en el video ni en la información disponible que sugiera lo anterior.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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