México, (EFE).- Para conocer el mundo subterráneo de las drogas, los hábitos de sus cabecillas y sus extravagancias, basta con visitar en México el "narcomuseo" de la Secretaría de Defensa, abierto para especialistas y estudiosos.
Aunque el recinto pretende hacer un recorrido sobre la influencia de las drogas desde tiempos prehispánicos, sus usos culturales y religiosos, su evolución, ubicación y diseminación, lo que más llama la atención son los objetos que se muestran pertenecientes a grandes "capos" y el ingenio que invierten para eludir a las autoridades.
El recorrido ofrece una idea completa de la importancia del narcotráfico en México y del poder de los carteles de la droga sobre vastas zonas del país, en especial en la costa del Pacífico y el norte.
Las primera parte del recorrido lleva a un espacio dedicado a la "narcocultura", que ofrece la cara más folclórica de los narcotraficantes mexicanos.
Hay una reproducción de la capilla de Jesús Malverde, una especie de Robin Hood mexicano que a fines del siglo XIX robaba a los ricos para dárselo a los pobres.
También hay armas lujosas bañadas en oro y con incrustaciones de piedras preciosas.
Una vitrina protege una Colt calibre 38 con culata de oro e incrustaciones de esmeraldas con las iniciales de Amado Carrillo Fuentes, líder del cartel de Juárez, conocido como "El señor de los cielos" por la flota de aviones que utilizaba para introducir cocaína en EEUU.
El arma fue un "regalo" para Joaquín Guzmán, alias "El Chapo", cabeza del cártel de Sinaloa, que escapó de una cárcel de máxima seguridad en enero de 2001, oculto en un carrito de ropa y protegido por guardias a su servicio.
Junto a la Colt, un rifle automático AK-15 exhibe en el cargador una palma grabada que confirma que perteneció a Héctor Luis Palma, el "Güero Palma", lugarteniente de "El Chapo".
Una pistola Browning .38 con un grabado en plata de plantíos de amapola (origen del opio y de la heroína) y marihuana; un Colt de calibre 9 mm. con la Virgen de Guadalupe labrada en la culata, o un fusil AK-47, con tigres y leones grabados en el cargador, son algunas de las piezas más valiosas de la colección.
Otros traficantes han puesto nombres del área donde operan, como "El Dorado", o de su actividad, "El matador" y los más audaces ponen logotipos de corporaciones policiales.
El "legado" de los sicarios incluye tanto lanzagranadas y subametralladoras con rayos láser y mira telescópica, como escopetas caseras de tubos y percutores de hierro soldado, fabricadas por los campesinos a sueldo de los cárteles para defenderse mientras recogen "la cosecha".
Una camiseta de fabricación colombiana, con doble blindaje en el corazón, perteneciente a Osiel Cárdenas, líder del cartel del Golfo, da idea de la medidas de seguridad utilizadas por los capos.
En la misma sala también hay carteras, gorras, anillos, escapularios con la imagen del Malverde y hojas de marihuana, discos con "narcocorridos" interpretados por grupos de música norteña más conocidos: "Los Tigres del Norte", "Los Tucanes de Tijuana" o "Exterminador".
En otra sala se presenta al visitante cómo los conflictos como la II Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam propiciaron el consumo de las drogas.
En los botiquines de primeros auxilios se llevaban cápsulas de morfina que eran utilizadas cuando los combatientes resultaban heridos por arma de fuego, o cuando necesitaban resistir el hambre y las inclemencias del tiempo.
La propuesta museográfica incluye también una representación a tamaño natural de los campamentos de producción en los que se representa a hombres armados cuidando los sembrados en los altos de las montañas, con aparatos de comunicación sofisticados, comida y trampas para los soldados.
También se muestran los mecanismos que se utilizan para poder llevar la droga a su destino, que incluyen artesanías de barro, pelotas de tenis, dobles fondos de los tráiler, depósitos de combustible, macetas, libros y revistas.
También emplean cajas de refrescos, troncos de árbol, animales disecados, juguetes, chocolates, comida, latas de refresco, neumáticos y pasteles.
Los traficantes se disfrazan de mujeres embarazadas, tragan pastillas y incluso llegan a someterse a dolorosas operaciones en donde las prótesis de glúteos son bolsas rellenas de cocaína.
