Una de las conductas que más repudia el pueblo es la incongruencia entre el decir y el actuar, porque esa forma de conducirse entraña un engaño que en ocasiones se traduce en una afectación al erario público, como ha sucedido en los casos más recientes que han salido a la luz pública ya sea por investigaciones periodísticas o por exceso de algunos funcionarios públicos, como fue el de Carlos Flores, hoy ex representante de México ante la Organización Mundial de Comercio con sede en París, Francia.
Pero todo indica que las incongruencias, mentiras y falsedades continúan, pues acaba de conocerse que una sobrina del canciller Ernesto Derbez, de nombre Teresa Estrada Derbez, “labora” para el Consulado de nuestro país en Phoenix, Arizona y percibe un salario de tres mil quinientos dólares al mes por hacer lo que quiera, con un horario flexible, al tiempo que realiza estudios profesionales y entrena natación, aunque ella niega que reciba cantidad alguna por el “trabajo” que realiza en el mencionado Consulado.
Sin embargo, contra su afirmación de que no percibe salario alguno, el cónsul alterno, Fernando Vargas Briones, sostiene que la señorita Estrada Derbez está a cargo del área de archivo, correspondencia y protección a nacionales y que por ello tiene asignado el salario señalado, lo que en principio implica que ella miente, pues sostiene además, que su trabajo es voluntario y lo desempeña en sus “ratos libres”, que por todo lo que hace deben ser muy cortos y escasos.
Mientras muchos jóvenes surgidos de la escuela de Relaciones Exteriores “Matías Romero” esperan una oportunidad, que a veces tarda años en llegar, para poder ingresar al servicio exterior y hacerse merecedores de ese atractivo salario, la sobrina del secretario lo recibe por realizar tareas menores y seguramente sin la preparación para desquitar ese estipendio, lo que constituye un caso más de nepotismo y abuso de los recursos públicos que, se suponía, no tendrían cabida en el Gobierno del Cambio.