Nicole Kidman roba la atención a la pasarela de Chanel
EFE
París francia.- ?Nicole Kidman, Nicole Kidman y Nicole Kidman?, este podría ser el lema de la primavera-verano 2005 Chanel, a cuyo desfile asistió la actriz australiana rodeada de una expectación nunca vista antes en una pasarela de París.
La presencia de la estrella trastocó las costumbres y los ritos de la semana de colecciones de pret-a-porter y de Karl Lagerfeld, alma artística de la firma, quien con 70 años bien cumplidos cerró su desfile feliz, cual novel creador que acaba de cumplir su sueño imposible.
El modisto estaba exultante, después de una espléndida y aplaudida colección, muy dentro del espíritu etéreo y soñador de la bella Nicole Kidman, musa y sobre todo -de ahí tanta expectación- nueva imagen del perfume Chanel N 5, en plena pre-campaña de lanzamiento.
La actriz, que lucía un conjunto de pantalón y chaqueta negros y llevaba el pelo recogido en un gran moño alto adornado con múltiples rizos, daba la mano a Lagerfeld sobre el podio.
Mientras éste saboreaba su triunfo, ella parecía a veces dudar de la resistencia del cordón de seguridad que les separaba de una terca nube de fotógrafos y camarógrafos, similar a la que los mismos agentes habían desalojado con contundencia veinte minutos antes, al inicio del evento.
Ambos protagonistas estaban rodeados de ?cravates rouges?, nombre y adjetivo por el que se conoce a estos trajeados agentes, que, sea roja, negra o azul su corbata, también orientan a los invitados sobre el lugar donde se encuentra su asiento.
Así, Lagerfeld y Kidman recorrieron la mitad del alargado tapiz rojo que poco antes habían cruzado Naomi Campbel y otras grandes ?top? de los 90 vestidas del futuro Chanel 2005, hecho de colores tiernos y siluetas fluidas de admirable elegancia.
La otra media pasarela la había atravesado triunfante en solitario el modisto alemán, al ritmo de una treintena de jóvenes vestidos de negro iluminando su paso con grandes y pequeños focos ?flasheantes?, como cuando Linda Evangelista había abierto la fiesta.
La mayor parte de fotógrafos y camarógrafos iban también de negro, como si estuviesen en el Festival de Cannes, a demanda de la firma, para no desentonar con la escenografía del lugar y formar así una bella nube, a juego con la del filme publicitario de Chanel 5, que casi nadie ha visto, todo el mundo comenta y Kidman protagoniza.
El montaje dio tanto resultado que tres cuartos de hora después de la hora prevista para el inicio del evento, cuando el máximo de Lagerfeld es de 30 minutos, el modisto recurrió a los altavoces de la sala del Carrousel del Louvre para pedir con su inconfundible voz que desalojasen la pasarela, pues el desfile no podía comenzar con ellos en medio.
Dicho y no hecho. La nube siguió impertérrita enfocando al centro de la primera fila del bloque donde Chanel sienta a sus invitados estadounidenses, presidido por la protagonista de Los Otros.
Y durante unos breves minutos, no más de cinco, pues la razón oficial de la reunión comenzó exactamente a las 11.20 horas de la mañana (09.20 GMT), se llegó a las manos, según testigos presenciales, pero comenzó.
Una odisea de belleza y mujeres famosas empezó entonces a recorrer con rapidez el tapiz rojo colocado a los efectos, en viajes sólo de ida, vestidas con el viejo nuevo ?tweed? Chanel de siempre y de mañana, en vestidos, chaquetas redingotes, cortas rectas y faldas plisadas abiertas y levemente deshilachadas.
Conjuntos de seda, satén, bordados de lentejuelas, de piedras, vaporosos tules; vestidos largos de macramé blanco o adornados de guipure, demostraron hoy que hasta las mujeres millonarias tendrán que sacrificarse y elegir sólo algunos modelos Chanel, pues no podrán llevárselos todos.