13 de enero de 2004.
Washington, (EFE).- El ex secretario del Tesoro de EU Paul O'Neill negó hoy que se hubiera llevado documentos secretos de ese departamento tras su cese hace trece meses, un día después de que el Gobierno abriera una investigación sobre esa posibilidad.
El Departamento del Tesoro anunció el lunes que su inspector general investiga cómo fue posible que O'Neill mostrara el domingo, en una entrevista televisada, un documento calificado como "secreto".
En declaraciones hoy en el programa "Today" de la cadena NBC, el ex miembro del Gobierno dijo que el principal asesor legal del Departamento le dio esos papeles tras pedírselos para ayudar al periodista Ron Suskind, quien ha escrito un libro, "El Precio de la lealtad: George W. Bush, la Casa Blanca y la educación de Paul O'Neill", sobre el mandato del ex secretario en el Tesoro.
"Le dije al asesor que me gustaría tener todos los documentos que me fueran permitidos. Unas tres semanas más tarde el asesor me envió un par de discos compactos que, la verdad, nunca llegué a abrir", explicó O'Neill, quien agregó que entregó directamente los discos al periodista.
En esos discos hay grabadas cerca de 19.000 páginas de documentación, aunque "honestamente no creo que haya nada clasificado" en ellos, agregó el antiguo alto cargo, el primer miembro de la Administración que critica abiertamente al presidente George W. Bush.
El ex secretario dijo que no se siente sorprendido por la apertura de la investigación y apuntó que si él siguiera en el cargo "hubiera hecho lo mismo".
Al anunciar la apertura de la investigación el lunes, el portavoz del Tesoro, Rob Nichols, indicó que es habitual que altos funcionarios se queden con algunos documentos cuando abandonan el cargo, y que la investigación se enfocará en cómo la página de información aparentemente secreta acabó siendo trasmitida por televisión.
En la entrevista televisada objeto de la polémica, emitida el pasado domingo por la cadena CBS, O'Neill afirmó que el Gobierno de Bush quería deshacerse de Saddam Hussein mucho antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. "Desde el principio existía la convicción de que Saddam Hussein era una mala persona que tenía que salir" del poder, dijo O'Neill.
El libro de Suskind, además, desmiente la imagen de Bush como líder inquisitivo y curioso que promueve la Casa Blanca. En su lugar, O'Neill, que se reunía con él dos veces por semana, lo presenta como una persona inescrutable que no hacía preguntas.
En las reuniones de gabinete su comportamiento era similar. El presidente era "como un ciego en un cuarto de sordos", dice el ex secretario del Tesoro en el libro.