SUN-AEE
MÉXICO, DF.- Más de 130 testimonios y 700 documentales públicas y privadas recabadas a lo largo de tres años de investigación por la PGR, no han arrojado nuevas evidencias que indiquen que la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo haya sido producto de un complot.
La dependencia detalló así las diligencias practicadas desde junio de 2001, cuando se reabrió la investigación, que permitieron desechar a la fecha cinco de ocho líneas de investigación que apuntaban a un crimen concertado.
En el informe sobre los avances del caso, la Procuraduría General de la República (PGR) detalló que “la indagatoria se reabrió para investigar exclusivamente si en los hechos acaecidos el 24 de mayo de 1993 participó algún servidor público federal, ya que el homicidio, es competencia exclusiva del fuero común”, sin que se haya encontrado ningún elemento de que algún funcionario tuviera relación con la muerte del prelado.
A la fecha sólo se mantienen abiertas tres líneas de investigación: una supuesta intervención telefónica al cardenal; la presencia del entonces Director de la Policía Judicial Federal, Rodolfo León Aragón, en el lugar de los hechos; así como la vigilancia a la casa de Posadas Ocampo, días previos a su muerte.
El informe de la PGR establece que sobre la hipótesis de la Intervención telefónica a Posadas Ocampo, se han desahogado: diez testimoniales, 81 documentales públicas y privadas y dos dictámenes periciales.
Esta línea partió de la declaración de José Luis Thirión Muñoz, quien manifestó que cuando trabajaba en Telmex el Jefe de Aprehensiones de la PGR solicitó realizar intervenciones telefónicas a iglesias y parroquias e infirió la supuesta intervención al cardenal “porque posterior a su muerte dice haber realizado unas llamadas que le indicaban que estaban intervenidas”.
No obstante esta declaración, en la averiguación previa hay pruebas de que cuando el testigo dice que se realizaron las intervenciones telefónicas, él ya no laboraba en Telmex; Juan Manuel Pozos García, quien supuestamente le había comentado de la intervención a las iglesias, ya había fallecido cuando supuestamente le había comentado de la intervención.
Mientras que los dos audiocassettes que obran en la averiguación previa no se desprende intervención a las líneas telefónicas de Posadas Ocampo, pues la voz registrada no corresponde al cardenal.
Está pendiente el obtener la declaración de quien presuntamente solicitó efectuar las intervenciones telefónicas, quien al parecer se encuentra en los Estados Unidos de América, sin que a la fecha haya sido localizado.
Sobre la teoría de la vigilancia a la casa de Posadas Ocampo, se han desahogado diez testimoniales, 23 documentales públicas y privadas y una inspección ministerial.
Entre los testigos está Martha Irma Padilla Torres, vecina del cardenal, quien refirió que una semana antes del homicidio, en una biblioteca que está a dos cuadras de donde vivió el prelado “vio a un sujeto que le causó miedo y temor, a quien vio enfrente de la casa de Posadas Ocampo, y que en tres ocasiones un helicóptero sobrevoló dicho inmueble”, aunque después cambió su declaración.
Ningún otro testigo confirma esta versión pero a la fecha está pendiente de obtener la declaración de cinco personas, trabajadores de la biblioteca y vecinos, de quienes no se han podido establecer sus domicilios.
Sobre la supuesta presencia del entonces director de la Policía Judicial Federal en el lugar y hora de los hechos, se han recabado nueve testimoniales, 25 documentales públicas y privadas y un peritaje en genética forense.
La PGR informó que José Humberto Rodríguez Bañuelos alias “La Rana” y Juan Enrique Vazcones Hernández alias “El Puma”, acusados del crimen del cardenal, refirieron en su última declaración que Rodolfo León Aragón estuvo en el aeropuerto de Guadalajara el día del crimen, aunque sus testimonios tiene contradicciones.