Casi 200 personas ganan 120 pesos diarios en la limpieza de tumbas
Ventura y Andrés son la dupla perfecta para el mejor trabajo de limpieza de lápidas y el deshierbe en veredas y jardines del Panteón de Oriente. De diez y 13 años de edad, respectivamente, estos niños son parte de la tradicional romería del Día de Muertos.
Su modo de trabajo es simple pero empeñoso. Al estilo estadounidense de administración, Ventura y Andrés Verdín Leyva cuentan para su negocio con un recaudador para que no les salgan las cuentas mochas: su hermano, José Luis, de 17 años.
En la bicicleta se pasea José Luis revisando el lugar en el que se encuentran sus hermanos haciendo la talacha. A él le corresponden trabajos más especializados como la pinta de letras y el remozamiento de figuras que requieren una ?manita? de pintura.
Pero, a pesar de que es el administrador y el protector de sus dos menores hermanos y de un grupo de chavalos de la colonia San Carlos que lo aceptaron como su jefe, José Luis prefiere ser precavido: el dinero lo esconde en sus calcetines, ?por si las moscas?.
CIENTOS DE NIÑOS
Los niños son parte esencial de la tradicional fiesta que los mexicanos celebran en los camposantos del país al acercarse la finalización de octubre y el arranque del onceavo mes del año.
En el caso del Panteón de Oriente (por su ubicación en la mancha urbana de la ciudad), son casi dos centenares de personas, la mayoría adolescentes y niños, las que se ganan hasta 120 pesos diarios en la limpieza de tumbas, el arreglo de sepulcros, la pinta de epitafios y las labores de jardinería.
En estos días, la seña básica que caracteriza a la clase trabajadora del interior del cementerio de Durango es el azadón, herramienta de deshierbe y limpieza que no les falta a niños, jóvenes y adultos.
Pero hay los niños de menor edad que optan por cargar una pequeña barrica y ofrecer el traslado de agua a los visitantes del camposanto.
Casi se deshacen soportando el peso del balde, pero es parte de su realidad económica. Se ganarán sesenta o cien pesos por toda la tarde, luego de restarle a la venta del día el gasto del desayuno y la comida... y los dulces, los helados, las fritangas, los refrescos.
Es decir, para muchos es una necesidad aprovechar la romería como una coyuntura para alivianar la economía familiar. Pero, para otro segmento importante de niños talacheros es una forma de ganarse dinero para comprar lo que se les antoje, andar todo el día en la calle, con los amigos, y divertirse en los futbolitos.
MAL COMIDOS
?En la mañana nos venimos ya muy tarde hoy, como a eso de las diez de la mañana, porque sabíamos que es el primer día y que no habría tanta gente?, dice Ventura Enrique Verdín, quien aprovechará el ?puente? escolar para regresar tempranito al panteón el lunes y el martes.
?Mañana (lunes) sí nos vamos a venir antes de las ocho de la mañana, agrega.
Su hermano, Andrés, completa: ?Desayunamos unas donitas Bimbo con medio litro de leche para los dos. Ya con eso aguantamos hasta más tarde... Al rato a ver qué completamos para la comida, porque debemos llevarle algo a mi mamá?.
La madre de Ventura, Andrés y José Luis se dedica a ayudar en las tareas del hogar a una casa de gente acomodada. Sin embargo, sus dos menores hijos ya supieron que la van a despedir porque los patrones no tienen para seguir pagando servidumbre.
El padre de esta familia de menores trabajadores sabe arreglar televisores, y lo hace en su propia casa en la colonia San Carlos. Es su modo de vida y su forma de sostener con penurias a los suyos. Y no tiene otra opción.
Resulta que en un accidente del que los niños no recuerdan detalle, don José de la Luz Verdín perdió la movilidad de ambas piernas y desde ahí se amarró a una silla.
No obstante, tiene que ganarse el pan con obvias complicaciones y lógicas necesidades pendientes siempre de resolver.
Pero ni a Ventura ni a Andrés les da vergüenza decir que son talacheros y que su hermano mayor los cuida y administra sus ganancias. ?Al cabo? ?aclara Ventura Enrique, el menor de los tres- ?yo siempre le llevo las cuentas de cuánto le hemos dado, para que no nos quiera chamaquear?.