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No hagas cosas buenas.../El pleito del transporte

Enrique Irazoqui

Primera pregunta: ¿a mí qué me afecta el transporte público si nunca lo uso?

Tengo que empezar con esta reflexión antes de siquiera tratar de opinar en un tema tan complejo e importante como el transporte público de Torreón. Bueno, podría decir, al ser residente y contribuyente de esta ciudad tengo derecho a saber todo aquello relacionado con la cosa pública y como el servicio de camiones, taxis y “carritos” lo es, siendo todos éstos servicios emanados de una concesión pública decretada al arbitrio del estado, creo que tengo derecho.

Este problema es sin lugar a dudas añejo, de ésos de los difíciles que ningún Alcalde le ha querido entrar de frente: el pulpo camionero todavía no se ha encontrado quién lo ponga en su lugar. Y la primera respuesta a ello, aunque de impresión simplista lo explica: el gran corporativismo priista contaba entre sus filas a los beneficiados con las concesiones; o ¿quién niega que cuando en esta ciudad salía ungido el candidato a presidente municipal por el otrora invencible partidazo, los señores de los camiones ponían sus unidades al servicio del partido para que no batallaran, a propósito de los acarreos para los mítines, a cambio, si el desorden que con visión chiquita los beneficiaba?

Aun así, desde los tiempos de la novatadota que le dieron a Jorge Zermeño, primer Alcalde de oposición en Torreón, cuando a cambio de pura saliva en los hechos, lo obligaron a autorizar un par de incrementos un su trienio. Algo poco común, pero que el usuario en realidad no se vio muy favorecido, con la aprovechada que se dieron los transportistas de la buena fe y falta de experiencia de la gente del ahora senador Zermeño. Estos tiempos sirvieron quizá para ser el parteaguas de lo que ahora se está viniendo encima, lo cual demostró y destapó lo complejo y lleno de intereses que resulta tocar el tema de verdad.

Nadie puede negar que los camiones que hoy circulan y las rutas por las que transitan son un verdadero caos. Decenas de unidades “chatarra” suburbanas se internan hasta el corazón de la ciudad con el propósito de ganar el pasaje, cosa que no se puede criticar, pero el desorden en que han caído y el crecimiento de las unidades, usuarios, en el mismo espacio físico, empiezan ya a saturar las calles y avenidas del centro principalmente, además de convertir al bulevar Revolución en una verdadera aventura para cualquier automovilista que se arriesgue a circular por ahí.

Los “rounds” de tanteo ya iniciaron, el alcalde Anaya escogió al “ajonjolí de todos los moles”, el CLIP, para presentar el proyecto antes que a la ciudadanía. Él sabrá sus razones. Los concesionarios ni tardos ni perezosos y sin en apariencia conocer el proyecto, lo rechazan de inicio, o sea, de perdida conózcanlo y luego den su punto de vista.

Pero en medio de los consensos, necesariamente que se tienen que llevar a cabo y en lo cual Guillermo Anaya no es precisamente donde mejor se desenvuelve, surgen las declaraciones del Alcalde de la vecina ciudad de Matamoros y parte indiscutible de La Laguna, Felipe Medina Cervantes, que sólo le agregan leña al fuego. Anaya, con ese tufillo de arrogancia que por lo general tienen los panistas, le responde de manera lamentable, políticamente hablando: “Que se pelee con el Gobierno del Estado”. El matamorense tiene razón cuando argumenta que se debe tratar en una mesa interinstitucional un asunto que afecta a varias comunidades de La Laguna, pero la verdad, tampoco está Medina Cervantes para salir ahora al ruedo, más parece “farol de la calle y oscuridad del hogar”. En casa, tiene muchos pendientes por atender.

Seguro ahora la administración municipal estará planeando su estrategia mediática para convencer de su proyecto de reestructuración a la ciudadanía, el miedo es quién estará planeando la parte del manejo político para sacar adelante este enredo, porque ahí no han dado una.

Sin embargo, es innegable que el transporte público de Torreón requiere una modernización si se quieren mejores estadios de vida en esta comunidad y para ello se necesita una propuesta lógica, profesional y libre de intereses ocultos, de una sociedad activa y crítica, a una autoridad con imaginación y pericia política para sacar adelante el propósito, pero sobre todo... de pantalones.

eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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