Hace seis años tuve la oportunidad de cubrir para El Siglo de Torreón el mundial de futbol que entonces se celebraba en Francia. En ese mismo verano, el equipo Santos Laguna realizó una gira de preparación en Europa, concretamente su sede fue en Eslovenia, nación de reciente creación luego de la escisión de la otrora Yugoslavia.
Aquella gira por el viejo continente resultó un fiasco. Un tal Zoran, promotor balcánico que un año antes había estafado al Toluca, pero supongo, nadie tuvo entonces el valor para informar con precisión lo sucedido, le repitió la dosis al primo de los del Estado de México, el Santos, ambas instituciones ligadas al Grupo Modelo.
Debo reconocer después de un sexenio, que siendo los únicos periodistas laguneros cubriendo día a día la agenda de los santistas y falto de mayor experiencia, no tuve la suficiente determinación para describir crudamente lo que estaba sucediendo, lo cual hoy lamento, porque era una nota de portada.
Toda esta anécdota viene a cuento por los resultados que estamos obteniendo en las presente Olimpiadas en Grecia. Recuerdo que en una entrevista larga que sostuve con el entonces director técnico del Santos, el argentino Miguel Ángel “El Zurdo” López, donde intentaba arrancarle frases de aliento y reconocimiento por el desempeño de una selección que según yo había caído con la cara al sol. Tengo muy presente esa parte del diálogo –“Profesor ¿no le parece un resultado positivo el que ha logrado México en Francia 98? -¿Qué lograron? de octavos no pasaron igual que en Estados Unidos 1994, no lograron nada”. La respuesta me dejó mudo, me había dicho con datos duros una simple y llana realidad, lo demás son confituras, tuve entonces que cambiar el rumbo de aquella charla.
Hoy en Atenas, a casi la mitad de la justa se ha generalizado un desencanto en las calles de nuestro país y todo lo que huela a mexicano. Pasan los días y al parecer estamos esperanzados en que Ana Guevara no salga con su “domingo siete”. Sin embargo, antes de entristecernos y apagar los televisores cargados de información olímpica y de humorismo barato, la ausencia de historias de éxito de nuestros compatriotas no aparece y el desánimo crece.
Tiempo de reflexión, cada cuatro años es lo mismo, desde Seúl 88 no ha habido resultados alentadores. Una, dos, tres, resultados raquíticos para un nación de 100 millones de ciudadanos. Lo peor es que no hacemos algo para corregirlo. Pero surge una pregunta ¿es el deporte de alto rendimiento algo prioritario en un Estado con tantos rezagos? La respuesta podrá ser sin duda no, pero los resultados son un indicativo sin duda de muchas cosas, el cuadro de medallas muestra a los Estados Unidos a la cabeza –qué raro- lo sigue ¡China! el demonio asiático que nos desplaza en todos lados, Japón, Australia, Ucrania (antigua URSS) Italia, Francia, Alemania, Rusia, etc. ¿Nos dice algo este cuadro?
Creo firmemente que debemos insistir en la mentalidad, México es un gran país. Eso nos lo tenemos que creer los mexicanos a muerte... y demostrarlo. Una Olimpiada es un campo propicio para ello, como muchos más y de mayor trascendencia. El ciclo de Atenas está acabando pero en diez días empieza uno nuevo. Aprovechemos y desde las respectivas trincheras, apoyemos la evolución que sigue pendiente en nuestra sociedad y mientras tanto, digiramos los actuales desencantos olímpicos a menos que Platas, Guevara y nuestros marchistas digan lo contrario.
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