Justo está ya por empezar la obra de modernización del bulevar Diagonal Reforma. La administración del joven Anaya se apresta para emprender lo que podrá llamarse su segunda obra de reconocimiento general en el año y siete meses desde que asumió el poder de nuestro municipio.
Habrá que seguir con mucho detenimiento el desenvolvimiento de la obra porque en esta ocasión a los torreonenses no nos puede salir al final con el cuento: “Sólo faltan detalles”, frase con la que el Alcalde atajaba los cuestionamientos de los reporteros acerca del nunca concluido en su totalidad bulevar Independencia.
Y es que en los detalles es en donde está la falla. Todo aquel que circulaba y ahora utiliza el Independencia como vía cotidiana no puede negar el sustancial mejoramiento que sufrió la arteria gracias a la modificación de que fue objeto. Más bella y funcional, ni negarlo. Nadie debe tampoco restarle arrestos al Presidente Municipal por haberle entrado con decisión y llevar a cabo la obra que desde los tiempos de Zermeño y todo el trienio de Salomón Juan Marcos, estaba contemplada pero simplemente no le entraron al toro. Sin embargo, los detalles siguen presentes sin resolverse. El más evidente fue el fiasco con las palmas muertas y las tropelías que lleva envuelto todo ese asunto.
Las palmas fueron traídas desde Sonora por un proveedor al que debieron aplicarle la fianza estipulada y al que puedo asegurar –corro un pequeñísimo riesgo de equivocarme- que por supuesto no ha devuelto el daño causado al erario. Se causó un daño ecológico y oneroso sin necesidad real de hacerlo, a menos que alguien tuviese algún interés por realizarlo de ese manera.
Existe un dicho que dice que un chango no suelta una liana cuando no tiene sujeta la otra. La analogía es entonces: una administración no empieza una obra si no ha terminado la otra. En este caso parece que sí la sueltan porque en el Independencia a los cajetes dejados por las palmas muertas retiradas y otras que se secaron ni caso les han hecho.
Lo positivo de todo es que debemos esperar que en esta ocasión en la conducción de todas las acciones propias de la remodelación del Reforma, estén aplicadas las enseñanzas que les dejó el haber mejorado el Independencia, (que aparentemente lo están haciendo). La maniobra de retirar los árboles sin dar aviso impidió las consabidas oposiciones vías amparos, es una de ellas. El anuncio del cambio temporal de circulación parece estar en el mismo sentido.
Se puede esperar con optimismo que la mejoría será también sensible en lo estético y funcional, pero debemos exigirle a nuestro Edil no repetir la torpeza de acelerar los trabajos por alguna fecha especial como lo hizo al tratar de concluirla justo antes de rendir su primer informe de Gobierno allá en diciembre pasado. Que al final lo que fue una acción de Gobierno importante, terminó desdibujándose por la falta de capacidad de los responsables de supervisar los trabajos.
Don Gustavo
El lunes pasado falleció Gustavo de la Garza González. Hombre de trabajo y reto, Don Gustavo construyó una familia respetable de hombres y mujeres de bien que le sobreviven. Los que tuvimos la oportunidad de tratarlo, tenemos el recuerdo de enseñanzas y consejos todos positivos.
En lo particular, recuerdo con gratitud los días en mi infancia cuando sus hijos y un montón de agregados –en los que me incluyo- disfrutábamos a cuerpo de rey de la casa y todas las provisiones que Don Gustavo surtía con felicidad para todos las Semanas Santas de aquel entonces. Ya en las noches, luego de jornadas agotadoras que ahora con el tiempo aprecio, él se sentaba a jugar una partida de dominó que también gozaba.
En la última etapa de mi adolescencia no olvido cómo siempre sus palabras atemperaban nuestros casi desenfrenados ímpetus. Para la juventud plena e inicio en la vida profesional, sus asertos serán siempre de utilidad en el complicado mundo de negocios; siempre válidos, siempre verdaderos.
“Me gusta mucho lo que estás escribiendo”, me dijo Don Gustavo la última vez que lo vi. Un aliciente más de los muchos que durante su vida tuvo a bien regalarme.
Su partida cala hondo, pero seguro que su último paso lo hizo como lo que siempre fue: triunfador.
eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx